Observo a Pol conducir. Tranquilo, con su expresión divertida en la cara. Una mano en el volante. La otra a ratos en la palanca de cambio, a ratos en mi pierna. Podría pasarme horas observándolo. Esos labios mullidos. Esa expresión siempre tan afable. Esas líneas de tinta que se adivinan por el borde de su camiseta, a la altura del cuello.
—¿Se puede saber que me miras?
Cazada.
—A ti. Lo feo que eres.
—Algo teníamos que tener en común, idiota —contesta divertido.
Sonrío. Como siempre que lo tengo al lado.
—Vale. En serio, Sarita. Deja de mirarme tanto. Porque siento la necesidad de devolverte la mirada y vamos a acabar teniendo un accidente.
—Es que estoy pensando —alego.
—¿En las ganas que tienes de hacerme el amor? Puedes reconocerlo, tranquila. Sé que no puedes pensar en otra cosa desde que me cataste.
Niego, divertida.
—En realidad, tengo una propuesta para ti.
—¿Probar este coche? Me has leído la mente.
—¡Poooooool! ¿Puedes dejar de pensar en sexo por un segundo?
—Buf. Contigo cerca, lo veo difícil. Pero prometo intentarlo. ¿Qué propuesta?
—Conocer el mar.
Pol me regala una mirada sorprendida y espontánea.
—¿Cuándo?
—En unas semanas. Se casa una amiga mía.
—¿Y me llevarías en la maleta?
—Te llevaría al fin del mundo, chico de los ojos color café.
Su sonrisa se torna efímera.
—Nunca he tenido sexo en el mar.
Mi risa inunda el coche.
—¿Qué? ¿Tú sí?
—No —admito —. Lo añadimos a nuestra lista.
—¿Qué lista? —pregunta, con expresión curiosa.
—La de cosas que tenemos que hacer juntos.
Pol asiente repetidas veces, con la mirada fija en la carretera, cavilando.
—Me gusta la idea. Sexo en el mar. Añade también sexo en este coche. Y sexo en...
—Pol —le interrumpo —. A veces me asustas. Tienes una mente muy cochina.
—Pero te encanta. ¿No?
—Un poquito —murmuro en voz baja.
Nos bajamos del coche y al momento me agarra la mano. Nos sentamos sobre el capó. Estamos en ese mirador en el que ya hemos estado juntos, cuando aún no éramos nada. O más bien, cuando ya lo éramos todo.
Compartimos una cerveza.
—Vamos a añadir cosas —dice.
—Pero no todas sexuales.
—Que no, nena. Solo el 90%.
Niego con la cabeza, feliz, y me acerco más a él.
—En Galicia: bebernos una cerveza sentados en la arena, hacer el amor en la playa, bañarnos desnudos —enumero.
—Uh. Que valiente. Aunque en realidad, podríamos hacer todas las cosas a la vez, si lo piensas. ¿Qué más?
—No dormirnos nunca enfadados. Es algo que odiaba con Simón. Me consumía.
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La magia de dos corazones en movimiento [Parte 2 Bilogía]
RomanceSegunda parte de la biología. _____ Sara lleva tres meses en Madrid. Sara ha reído, ha vivido, ha soñado y se ha enamorado. Sara ha besado a Pol. Y luego ha huido. Pol lleva tres meses ensanchando su colección de sonrisas. Pol ha fluido, ha luchado...