Capítulo 22

23 3 6
                                    


Lunes. Madrugo. Hago yoga en casa. Me paso el día en la cafetería. Huele a sueños tintados de algo real. Me río con Naira. Cato los platos de Nacho. Discuto con Nacho por lo estricto que es en el orden en la cocina. Me río con Nacho. Beso a Pol en el baño de la cafetería. Le meto mano a Pol en el baño de la cafetería. Y hago el amor con Pol, en el baño de la cafetería.

Martes. Llevo a León al veterinario para una revisión. Como con Ainhoa. Me habla de Sebas. Paseo sola por Madrid. Me vuelve a llamar mi padre. Charlamos unos minutos. Se lo cuento a Pol y volvemos a tener una conversación tensa. Me enfado. Se enfada. Me besa. Lo beso.

Miércoles. Me levanto con el día un poco torcido. ¿Pre depresión por cumplir años? Puede ser. Nacho me levanta el humor con sus bromas. Pol me ensancha la sonrisa con su presencia. Quedo con Samuel y Ana y me emborracho un poquito.

Jueves. Hago el amor con Pol al despertarnos. Follamos en la ducha. Organizamos trámites burocráticos en el local, Nacho, Ainhoa y yo. Paseo sola, para desconectar y pasar tiempo conmigo misma. Leo un libro en una cafetería aleatoria. Pero no dejo de pensar, que ninguna cafetería se puede comparar con la nuestra.

A las doce en punto de la noche, Pol me besa la nuca.

—Baby. Feliz cumpleaños —susurra, entre las sábanas.

Yo me río.

—Siempre puntual.

Me giro y lo beso.

—¿Primer deseo de cumpleaños? Lo primero que se te venga a la mente.

—Hacerte el amor —suelto, sin pensarlo mucho.

La carcajada de Pol retumba en la habitación y le tapo la boca con una mano. Llevamos más de una semana durmiendo juntos, a hurtadillas, cómo para que nos descubran ahora.

—Pues... deseo concedido.

Aún estoy recuperando el aliento, después de media hora de besos, saliva y piel, cuando Pol se levanta y se pone un pantalón de pijama.

—Vuelvo ahora. Voy a por tu regalo.

Asiento, aunque me gustaría decirle que tenerlo en mi cama cada noche, ya es mi mejor regalo. Joder. ¿Cuándo me he vuelto tan ñoña?

Me vibra el móvil. En la pantalla de bloqueo, veo que son WhatsApp de Nerea y de mi madre. Pero ya los leeré mañana.

Cuando Pol vuelve, lo primero que me da es un ramo de flores.

—¿En serio, Pol? —murmuro, con una sonrisa tonta en la boca —. No te pega nada.

Se encoge de hombros.

—Un día dijiste que te gustaban las personas que regalan flores y libros —y me tiende un paquete rectangular, que obviamente, es una novela.

Lo abro, ilusionada. Pero cuando vislumbro la portada... me quedo en shock.

Observo la fotografía que adorna el libro.

Observo a Pol.

Observo el nombre del autor.

Observo a Pol.

—¿Te gusta? —murmura, nervioso.

Abro una página al azahar. Y otra. Le doy la vuelta al libro. Ahí está, en la parte de atrás, una foto de Pol, en blanco y negro.

Su nombre, en letras grandes, en la portada.

Como ilustración, una foto mía, de espaldas. Recuerdo perfectamente ese día y el momento exacto en la que la tomó. Cuando me contó la historia de su madre, la historia de su infancia, en aquel mirador rodeado de bosque.

La magia de dos corazones en movimiento [Parte 2 Bilogía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora