Capítulo 20

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Me despierto con algo de resaca. No bebí demasiado, pero ya no estoy acostumbrada. Y debí de dormir en mala postura, porque me duele todo el cuello y espalda. Cojo el móvil y compruebo que son las nueve de la mañana. Doy un par de vueltas en cama. Repaso la noche de ayer. La duda de Pol ante mi acercamiento. Mi propuesta de trabajo a Naira. Me tapo la cabeza con la almohada e intento volver a dormirme, sin éxito. Al rato, noto unos pequeños golpecitos en mi puerta y, tras ya varios días de convivencia, sé que es Leoncito pidiéndome entrar. Salto de cama, le abro la puerta y lo cojo en brazos. Lo estoy achuchando un poco, cuando me sorprende oír la puerta de la entrada de casa cerrarse. Camino con él en brazos, por el pasillo, y me encuentro a Ainhoa, en bata, sonriente, caminando hacia mí.

—¿De dónde vienes? —pregunto, confusa.

—Eh... buenos días, Sarita — se acerca a León y le besa la cabecita —. ¿Qué haces ya levantada?

No me la cuela.

—No. La pregunta es qué haces tú despierta. ¿Quién se acaba de ir?

Ainhoa intenta disimular una sonrisa, sin éxito.

—Tu profesor de tecnología y dirección de operaciones —murmura, contoneándose.

Mi boca se convierte en una enorme O.

—¿Te has tirado a Sebastián? —inquiero, elevando la voz.

—¡Shhhhh! Que no quiero que se entere todo el edificio. No te importa, ¿no? Él me dijo que entre vosotros no había nada. Y teniendo en cuenta como estáis Pol y tú...

—¿Y cómo estamos Sara y yo? —la voz de Pol, saliendo de su habitación, me sobresalta.

Se acerca a mí, con naturalidad, y coge a León de mis brazos. Yo no contesto con palabras, solo con mis mofletes colorados.

—Pues a punto de volver, chicos —concluye Ainhoa, como si fuese obvio.

Pol me mira a mí y luego a Ainhoa.

—¿Entonces que tal tu noche acompañada? —pregunta finalmente, dirigiéndose a nuestra casera y obviando la conversación sobre nosotros.

—Genial —Ainhoa pone los ojos en blanco —. Como necesitaba un buen polvo.

Pol se ríe y yo sigo boquiabierta.

—Me parece muy surreal —susurro, mientras me encamino hacia la cocina.

—Oye tía, que estoy embarazada, no castrada —protesta Ainhoa, mientras me sigue.

—Lo sé. Pero... Sebas y tú...

—Me gustó en cuanto lo vi —confiesa, decidida —. Pero claro, tenía que asegurarme de que él y tú... ya sabes —nos mira a Pol y a mí, alternando las miradas.

—No es eso, Ainhoa. Sebastián no es mi tipo de chico.

—¿Y cuál es tu tipo de chico? —inquiere Pol, mientras se sirve un vaso de leche.

—Tú —murmuro, con un hilo de voz, intentando sonar segura.

Este deja el cartón de leche en la encima, me observa fijamente y me contesta con su sonrisa canalla de lado.

—Eh... bueno. Yo... me voy a dormir un rato. Que esta noche dormí poco —y Ainhoa se escabulle de la cocina.

Pol se sienta en un taburete, mientras se pela una manzana con un cuchillo.

Acabo de preparar mi café y lo imito, sentándome a su lado.

—Me confundes —confieso.

—¿Por qué? —pregunta, con los codos apoyados en el mármol, mientras se lleva un trozo de manzana a su boca.

La magia de dos corazones en movimiento [Parte 2 Bilogía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora