𝐋𝐀 𝐑𝐄𝐈𝐍𝐀 𝐎𝐋𝐕𝐈𝐃𝐀𝐃𝐀
Peter Pan no podía saber todo lo que sucedía en la isla, para informarle estaba su sombra. Así es como pudo saber dónde con exactitud dónde se hallaba el intruso, quien caminaba en dirección al Árbol del Polvillo sin saber que los niños perdidos y su líder lo esperaban en la entrada del territorio de las hadas... o quizá sí lo sabía y era lo que había estado esperando todo el tiempo.
Pan divisó a lo lejos la capa roja que cubría a su visita inesperada y tuvo la grandiosa idea de presentarse.
—Cuando diga la palabra clave ya saben qué hacer —le indicó a sus segundos antes de salir de su escondite entre los arbustos.
—¡¿Cuál es la palabra clave?! —preguntó el más pequeño entre susurros desesperados, pero él ya estaba lejos—. ¡Pan!
—Shh, Mike, vas a arruinar el plan. —El mayor de ellos lo calló cubriéndole la boca con sus manos.
Pan voló de manera tan sigilosa entre los árboles hasta ponerse detrás del misterioso no invitado y para sorpresa de todos este se detuvo justo en el punto donde querían que estuviera para sorprenderlo, qué conveniente.
—¿Quién eres? —Caminó dando vueltas a su alrededor y se quedó frente a frente para observar con más detenimiento.
La capa rozaba el suelo y alcanzaba a cubrir por completo el cuerpo de quién la llevaba puesta, la capucha mantenía su rostro en absoluto misterio. Pan pudo distinguir hombros pequeños y rectos, y una cabeza bastante pequeña para un hombre adulto.
«Debe ser un muchacho joven... y debilucho», pensó.
—Quítate la capucha, estamos solos.
Se sintió una sonrisa sarcástica, si es que era posible. No se había tragado aquella gran mentira. Entonces las manos que se escondían en la capa salieron, eran delicadas, con dedos largos y finos. No eran de un muchacho, eran manos de una dama. Pan pudo notar que en una de ellas, la derecha, tenía una cicatriz de aproximadamente cuatro centímetros en la parte de arriba de manera horizontal entre los dedos gordo e índice. Pero a pesar de esa marca esas manos parecían haber sido esculpidas por el mejor escultor de todos los tiempos.
Comenzó a quitarse la capucha de manera lenta generando un ambiente misterioso y cuando finalmente esta cayó hacia atrás, Pan y los Perdidos pudieron ver el rostro de una muchacha nada parecida a cualquier otra que se hubiesen cruzado en sus vidas. Su cabello azabache parecía no tener fin debajo de la capa. Sus ojos color esmeralda captaron la completa atención del dueño de la isla, se parecían a los suyos aunque más oscuros.
—¿Quién eres? —volvió a preguntar antes de dar un par de pasos y quedar solo a medio metro de distancia.
Por un momento, él creyó que ella iba a retroceder, pero aquello no sucedió, en su lugar entrelazó sus manos detrás de su espalda y elevó su mentón sintiéndose superior.
—La Gran Reina Sage —habló por primera vez, su tono de voz elegante y autoritario resultó casi irresistible para el resto.
«Está alucinando. La Reina desapareció hace tres siglos», pensó Pan al mismo tiempo en que revoleaba los ojos sin creerle ni una sola palabra.
—Ya sabes quién soy y continuas mirándome a los ojos y sin respetar la distancia. —Lo miró con una ceja alzada y una mueca que denotaba un claro rechazo—. Si sabes que está prohibido, ¿Verdad?
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Ingobernables: Nunca Jamás ✓
FantasyTras la llegada de Los Exploradores a su Palacio con una importante noticia, Sage decide emprender un viaje por reinos mágicos en busca de objetos que le ayudarán a llegar a su Cetro perdido. Una profecía olvidada la lleva a emprender este viaje jun...