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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 1


Cuando Joan, mi mejor amiga, me llamó para informarme que había una plaza libre en aquella academia, jamás imaginé que eso representaría un gran cambio en mi vida. Y mucho menos, que la encontraría a ella. Había escuchado sobre Nevermore, pero realmente nunca me interesé en investigar a profundidad sobre el lugar.

Pero apenas supe que Larissa era la directora, me obsesioné con leer todo cuanto pudiera. Encontré muchos artículos en periódicos y revistas online. Había mucha información sobre Nevermore. Pero nada de ella. Nada personal. Larissa Weems parecía ser un fantasma, y al mismo tiempo, tenía mucha fama.

Era contradictorio, pero precisamente eso fue lo que me hizo querer entrar a ese colegio. Iba a obtener esa plaza a como diera lugar. Porque estaba teniendo la oportunidad de verla otra vez, de tener el trabajo de mis sueños y no la iba a desaprovechar. Sabía que esa situación no era una casualidad.

Envié los papeles y al día siguiente, su asistente me estaba llamando. Era martes y tenía una entrevista para el viernes. No podía estar más que contenta. Lo había conseguido. Iba a reunirme con ella. Y estaba completamente segura de que obtendría el empleo. Mi historial era impecable.

Todo parecía estar bajo control, salvo una cosa: mi nombre. Todos esos días intenté convencerme a mí misma de que seguramente ella lo entendería. Solo había sido una noche. ¿Quién da su verdadero nombre para algo de una sola noche? Y entonces pensé. Ella lo hizo.

Miré a mi alrededor con atención. Estaba en un pasillo, sentada en uno de los cinco asientos. Eran de madera oscura, con tapiz rojo. Era suave, pero llevaba toda la mañana ahí y ya me dolía el trasero. Las piernas se me estaban durmiendo. Y ya no sabía cómo acomodarme.

Solo quedaba yo. El tiempo había pasado muy lento. Y sospechaba que Larissa lo estaba haciendo a propósito. Me había dejado de última en una especie de advertencia. Para demostrarme que en ese lugar yo era una simple aspirante, y ella, la que tenía el control.

—¿Señorita Hart? —escuché. Alcé la cabeza de inmediato y volteé a ver a la chica del escritorio—. Finalmente es su turno, señorita Hart —la vi ponerse de pie y yo lo hice también. Ella se acercó a la puerta. Me sonrió antes de abrirla—. Suerte.

—Gracias —susurré, devolviendo la sonrisa.

Y cuando entré, ahí estaba ella. Era mucho más elegante de lo que recordaba. Tenía un codo apoyado en el escritorio y en la otra mano sostenía un bolígrafo. Seguramente estaba analizando mi información. La puerta se cerró a mi espalda y la vi pestañear. Se había asustado.

—Buen día, señorita Lilith Hart saludó sin alzar la vista. Quise reír al distinguir una pizca de resentimiento en su voz—. ¿O prefiere que la llame Emma?

Me miró por fin y suspiré. Estaba exactamente igual que esa noche. El mismo peinado, la misma mirada profunda, los mismos labios carmesí. El mismo prendedor incluso. Y esas manos.

Frente a mis ojos estaban las únicas manos que me hicieron llegar a las estrellas. Los recuerdos de ella tocándome se agolparon en mi memoria y sentí que me sonrojaba, así que bajé la mirada y me animé a caminar un poco más cerca del escritorio.

La oficina era amplia, con tonos fríos. Todo muy oscuro para mi gusto. El piso de madera crujía bajo mis pies. La chimenea estaba apagada. Y detrás de Larissa se alzaban varios ventanales. Estaban cerrados, cubiertos por las cortinas.

—Veo que ningún detalle pasa desapercibido para usted, directora Weems.

—Por supuesto que no —respondió con una sonrisa. Se irguió un poco, alzando el mentón. Se me hacía más atractiva ahora que la veía en su territorio. Su presencia llenaba toda esa habitación—. Pero no está aquí para hablar de eso. Tome asiento, por favor. Me tomé la libertad de llamar a su antiguo colegio —informó.

𝐋𝐢𝐥𝐢𝐭𝐡 | 𝐋𝐚𝐫𝐢𝐬𝐬𝐚 𝐖𝐞𝐞𝐦𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora