22

246 35 25
                                    

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 22


—¿Cuándo le dirás? —me preguntó Joan.

Era nochebuena. Larissa y yo los habíamos invitado a ella y a Dave a cenar con nosotras. Ya habíamos acabado, pero yo me levanté de la mesa para ir por otra botella de vino.

—Para año nuevo —respondí, abriendo la alacena.

—¿Por qué no hoy? Ahora mismo.

—Por que me estoy muriendo de los nervios —susurré. Larissa apenas estaba a un par de metros de nosotras, cargando a uno de los bebés—. Mira —le mostré a Joan la mano con la que sostenía la botella. Estaba temblando.

—Yo creo que más bien es síndrome de abstinencia —dijo con el ceño fruncido. Yo rodé los ojos mientras abría la botella. Me serví ahí mismo y tomé un gran sorbo—. Díselo hoy —insistió.

—No.

—Lili... —me llamó. Fue detrás de mí al ver que yo había empezado a caminar de regreso al comedor—. Por favor. ¿Qué quieres que haga? Te digo lo que Dave te compró.

—¿Cuántos años tienes? ¿Ocho?

—¿Todo en orden? —preguntó Larissa. Yo sonreí, nerviosa. Me senté a su lado otra vez.

—Sí —respondí—. ¿Por qué?

—Parecía que estaban organizando un atentado —dijo Dave, señalando hacia la cocina.

—Estaba tratando de averiguar lo que Lili le compró a los bebés —Joan me miró con insistencia, haciendo que mi pulso se acelerara. Empecé a jugar con el bebé que estaba con Larissa para ignorar a Joan.

Yo ya no podía esperar a pedirle a Larissa que se casara conmigo. Quería conocer su respuesta, me causaba mucha ilusión empezar con los preparativos. Y a pesar de que los nervios crecían en mí con cada día que pasaba, también me terminé de convencer de que Larissa era la mujer indicada para mí.

Durante esa noche, al verla jugar con los bebés, cuando me detenía a observarla mientras conversaba con Dave o con Joan, me di cuenta de que Larissa ya era parte de mí también. Se había convertido en un ser indispensable para mi vida. Entonces supe que había tomado la decisión correcta.

—Mira, Lili, a Nia le agradan los bebés —dijo Larissa.

Ahora los cuatro nos habíamos trasladado a la sala. Tanto Larissa como Joan estaban sentadas en la alfombra, jugando con los bebés y con Nia. Uno de ellos empezó a reír cuando Nia le rozó el cuerpo con la cola. Decidí sentarme al lado de Larissa.

—¿A cuál de las dos prefiere Nia? —preguntó Joan.

—A mí —respondí, mirando a Larissa con diversión.

—Sí, tiene razón —dijo ella, no muy orgullosa de perder—. Pero eso es porque Lilith le cumple todos sus caprichos.

—Tú haces lo mismo conmigo, así que no deberías hablar mucho, cariño —le di un beso en la mejilla, haciéndola sonreír.

—En eso también tienes razón —susurro sin dejar de mirarme. Esta vez fue ella quien me dio un beso. En los labios.

—De pronto empezó a hacer calor —Joan se puso de pie. Larissa y yo reímos—. Creo que es hora de irnos.

Dave estuvo de acuerdo con eso, así que reunieron todas sus cosas para llevarlas de regreso al

auto. Larissa y yo les dijimos que podían quedarse, pasar la noche con nosotras, pero ellos no cedieron. Mientras Larissa se despedía de los bebés, yo lo hacía de Joan.

𝐋𝐢𝐥𝐢𝐭𝐡 | 𝐋𝐚𝐫𝐢𝐬𝐬𝐚 𝐖𝐞𝐞𝐦𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora