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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 14


—¿Lili? —la voz de Larissa se escuchaba distorsionada, casi como un eco.

Abrí los ojos lentamente y me encontré con los suyos. Tan azules como el cielo. Me miraban con preocupación. Me incorporé de golpe, sintiendo el bombeo de la sangre contra mis oídos. La cabeza me ib a estallar y todo me daba vueltas. Me tapé el rostro con la mano por un segundo. Las luces me estorbaban. Cuando miré a mi alrededor me di cuenta de que estaba en mi departamento, sentada en el sofá.

—¿Larissa? —le toqué el rostro. Quería asegurarme de que en verdad estaba ahí—. ¿Eres real?

—Lo soy —respondió con una sonrisa, acomodando sus manos en las mías para bajarlas.

—Pero... ¿cómo? ¿Cómo es que estás aquí?

—Responderé a todas tus preguntas, pero primero tienes que cambiarte o darte un baño. Apestas a alcohol, Lili. Y a vómito.

—¡Lo siento! —me levanté de un salto, recordando cómo fue que me había desmayado y que además, manché nuestros zapatos. Ahora las dos estábamos descalzas—. Estoy tan avergonzada, Larissa. Lo siento tanto.

—No pasa nada —me tomó la mano para dejar un apretón afectuoso y mi corazón se encogió ante eso. Empecé a llorar—. No, Lili...

Larissa se levantó y sin importarle lo sucia que yo estaba, me abrazó. Muy fuerte. Y sentí que todas mis partes rotas volvían a unirse. Era increíble cómo mi amor por ella estaba intacto, cómo nuestra conexión seguía ahí. Sentí su amor, su preocupación por mí. Entonces me deshice en sus brazos. Le empapé el vestido con mis lágrimas. Larissa me obligó a sentarme otra vez.

—Quiero... —dije cuando estuve más tranquila. Me alejé, ella me miró con atención. Se notaba lo mucho que me había extrañado. Parecía que no quería parpadear para no perderse ninguno de mis movimientos. Con cada cosa que Larissa hacía o demostraba yo solo quería llorar. De ternura y por que de algún modo me sentía culpable. Nos había arrebatado un año entero—. Quiero darme una ducha.

—Claro.

—¿Puedes acompañarme? —tomé su mano y la entrelacé a la mía con la intención de guiarla a mi habitación. No quería separarme de ella. Creía que al perderla de vista aunque fuera tan solo por un segundo, Larissa iba a desaparecer.

—No creo... —protestó sin levantarse.

—Solo quiero que me acompañes —aclaré—. Puedes sentarte en el sofá o en mi cama. O encender el televisor. Lo que tú quieras. Pero ya no quiero estar lejos de ti, Larissa.

—De acuerdo —se aferró a mi mano y empezamos a caminar—. Es agradable ver que conservaste el collar —mencionó, señalándolo.

—Jamás pensé en deshacerme de él.

—Que bonitos aretes, por cierto.

—Gracias —sonreí.

Larissa se quitó el abrigo y se acomodó en mi cama. Yo busqué mi pijama, entré al baño y me miré en el espejo antes de empezar a quitarme la ropa. Tenía el cabello despeinado, el rímel corrido al igual que el labial y los ojos rojos. Al desabrochar el blazer mis pechos quedaron expuestos. Los vi. Redondos y firmes.

Quería que Larissa los besara otra vez. Anhelaba sentir sus manos en mi cuerpo, sus labios en mi cuello y sus dedos en mi interior. Me moría por gritar su nombre y que ella gritara el mío. Deseaba sentir el movimiento de nuestros cuerpos. Mi piel contra la suya. Pero era muy pronto para eso. Me apresuré a entrar a la ducha cuando distinguí ese calor particular en mí.

𝐋𝐢𝐥𝐢𝐭𝐡 | 𝐋𝐚𝐫𝐢𝐬𝐬𝐚 𝐖𝐞𝐞𝐦𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora