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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 25


Tuve el ataque de ansiedad más fuerte de mi vida a raíz de la noticia del coma de Larissa. Y debido a eso fue necesario que me sedaran nuevamente. En ese punto yo estaba segura de que tenía más sedante que sangre en mi organismo. Pero a pesar de eso me negué a salir de la habitación. Si antes no quería alejarme de Larissa, ahora mucho menos.

Por eso decidí acurrucarme en el sillón. No podía dejar de mirar a Larissa. Aunque tenía la mente en blanco, percibía mi cuerpo entumido y sentía que mi cerebro estaba adormecido. Joan se había sentado a mi lado, con una mano en mi espalda. Yo ya ni siquiera tenía energía para llorar. Era como si las lágrimas se me hubieran acabado, como si me hubiera quedado seca.

-¿Te sientes mejor? -me preguntó Joan. Yo solo negué con la cabeza. Entonces ella me abrazó, acomodando la barbilla en mi hombro-. Deberíamos regresar a tu habitación para que duermas un poco.

-Apenas solo han pasado unas horas desde la última vez que hablamos y ya la extraño demasiado -dije por fin, casi en un hilo de voz-. No me gusta verla así. No me gusta tenerla a la par y que no me bese, que no me abrace. La necesito.

-Imagina que está dormida.

-¿Y por cuánto tiempo tendré que imaginarlo? -cuestioné. Entendí que Joan no sabía qué responder cuando la escuché suspirar-. Tengo sed -añadí entonces-. ¿Puedes conseguirme un poco de agua?

-Si quieres que te deje a solas con ella solo tienes que pedirlo, Lili.

-De acuerdo -asentí-. Quiero espacio.

-Estaré afuera. Si necesitas algo solo háblame en voz alta. ¿Entiendes lo que te digo? -preguntó. Yo asentí débilmente.

Joan me dio un beso en la sien antes de levantarse del sillón. Yo esperé a que saliera para hacerlo. Fui con Larissa y me senté en la camilla. Deslicé los dedos sobre el vendaje que tenía en el hombro, sobre las heridas de su rostro y por los cables. Quería asegurarme de que fueran reales, de que eso en verdad estuviera sucediendo.

-No sé si me escuchas -le dije- pero tienes que despertar. Mi vida no será la misma sin ti, mi amor. ¿Quién me va a preparar el té cuando tenga insomnio? ¿Quién me llevará bocadillos cuando esté en el taller? ¿A quién voy a abrazar en medio de la madrugada cuando tenga frío? Llegar a casa y no encontrarte será difícil. Además, no me puedes dejar sola en nuestro aniversario. Nia y yo te necesitamos.

Sujeté la mano de Larissa y bajé la mirada hacia ella. Estaba inerte, flácida y fría. Más de lo normal. Me dolió el corazón percibirla de esa forma. Por un momento pensé en que debía ser yo quien estuviera en su lugar. El auto me iba a impactar a mí, no a ella. Pero Larissa decidió recibir todo el golpe para que yo no sufriera tanto. Así de grande era su amor por mí.

-Lili -la voz de Joan me hizo sobresaltar. Yo volteé en su dirección-. Siento interrumpirte, cariño, pero el doctor dice que tienes que descansar. Es hora de regresar a tu habitación.

-Puedo descansar en el sofá -protesté-. A Larissa no le gusta dormir sola.

-También tienes que comer -insistió Joan. Yo suspiré con hastío. Miré a Larissa otra vez.

-Pues voy a comer aquí.

-Mañana te darán el alta -dijo de pronto. Yo contuve las ganas de llorar. Que me dieran el alta y salir del hospital significaba que mi vida tendría que seguir. Pero no quería que eso sucediera sin Larissa.

-Estoy volviendo a tener este sentimiento -confesé en un murmuro. Joan cerró la puerta. Se paró detrás de mí.

-¿Qué sentimiento?

𝐋𝐢𝐥𝐢𝐭𝐡 | 𝐋𝐚𝐫𝐢𝐬𝐬𝐚 𝐖𝐞𝐞𝐦𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora