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Salimos del apartamento, yo seguía con mis ojos tristes, lo único que quería ahora mismo era estar acostada, papá llegaría hasta la noche todo estos días, mis manos empezaron a temblar y movía mi pierna sin parar, dentro del coche. Llevaba unos lentes negros, Prada, para que no vieran mis ojeras y mis ojos rojos, me sentía muy mal, me dolía la cabeza, mi cuerpo temblaba.

Pedri lo noto y agarró mi mano, la puso sobre la palanca del auto, su mano estaba encima de la mía, iba acariciando mi mano.

Cerré los ojos y me puse a pensar cada cosa.

Que era lo que me pasaba?

Llegamos al lugar y bajé, apenas y podía caminar, Pedri pidió una mesa y caminamos hacia esa mesa, nos sentamos y tomó mi mano y hablo.

-Val, necesito que olvides todo eso, vale?-me pidió.

-No puedo Pedri, No puedo joder.-dije llevando mis manos a mi cara.

-Valeria, tranquila, todo estará bien, yo estaré contigo siempre, no pienso dejarte sola.-comentó.

No dije nada, me aguante esas lágrimas, no quería quedar como una ridícula ahí.

La mesera llegó, y pedimos comida, esforcé mi voz al pedir mi comida, no me apetecía nada comer, pero no quería dejar solo a Pedri.

Después de que se fue la mesera hubo un silencio no incomodo, pero tampoco cómodo.

Jugué con mis dedos mientras llegaba la comida.

No me quite los lentes en ningún momento, se que llevaba maquillaje, pero seguramente ese maquillaje ya se había corrido.

Y no quería parecer un demonio.

¿De verdad que por ver a una madre y a su hija jugar estaba así?

Era muy sensible, me podían hacer llorar por cualquier cosa.

La comida llegó, empecé a jugar con la comida, moviéndola con el tenedor, no tenía ganas de nada.

-Come.-escuché decir a Pedri, levante mi cabeza y lo mire comiendo y viéndome.

-No me apetece comer.-murmure.

-Tienes que comer, solo haz desayunado.-mencionó.

-Con el desayuno bastó.-le dije volviendo a jugar con la comida.

-Valeria, por favor, deja eso atrás, eso ya es pasado, tu madre no lucho por ustedes, no se preocupo por ustedes, y tu si te preocupas por ella aun?-me dijo dejando el tenedor a un lado del plato y volviéndome a ver.

-Si, si lo hago, por que es mi madre.-le dije y empecé a comer.

No dijo nada más, comimos y el pago, la verdad que hasta mi cartera con el dinero se me había olvidado, llegamos al coche, y arranco, cogio mi mano pero la aparte.

-Valeria no estes así por ellos, ellos no se preocupan por ti, déjalos atrás.-hablo manejando.

-No puedo pedri, ya te lo he dicho muchas veces, No puedo joder!-me tape la cara con mis manos.

-Te entiendo pero...-le corte.

-NO, no me entiendes, nadie me entiende.-me estrese demasiado.

Si, podía parecer una niña pequeña, pero de verdad ya no aguantaba.

-Yo si, yo si te entiendo, estuve contigo desde que teníamos 8 años, vi lo que sufristes, te ayudaba a salir de ahí, por eso te entiendo.-dijo mirándome.

Odiaba que los semáforos se pusieran en rojo en estos momentos.

-Aun así no lo entiendes.-murmure.

-Si lo hago.-susurro.

Un reencuentro inesperado en Barcelona -Pedri González-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora