La vida es sueño. (CENSURA)

Capítulo cuatro

Ningún guardia le dirigió la palabra, lo arrojaron a una celda sucia y se alejaron lo más rápido posible. Era el lugar dónde solían poner a los capturados en las calles y a quienes cometen crímenes menores, también es el espacio transitorio para los delitos graves mientras esperan el proceso de la justicia.

Había olor a orina, no había ningún tipo de ventilación a pesar de que una de las paredes fuera toda de rejas. Tweek jamás pensó en estar en un lugar así, mucho menos ¿por intento de homicidio? Había pensado en asesinar a algunas personas, no podía negarlo, pero jamás le había tocado un pelo a nadie, aunque le hicieran daño.

Esperó por horas una respuesta a su interrogante, pero nadie vino durante la madrugada. Se sentó en el largo asiento de cemento, cuando el frío fue más cruel abrazó sus propias piernas y se arrinconó contra las paredes polvorientas. Nunca pudo conciliar un sueño profundo, se sentía cansado y angustiado, ni siquiera tenía a nadie lo suficientemente cercano como para pedirle que vaya a verlo o le lleve una manta. Sin embargo, de a ratos sus ojos se cerraban y su mente viajaba hacia otro lugar; en esos momentos dejaba de sentir el frío en su cuerpo.

No fue hasta que sintió que algo le rozaba la pierna, al principio lo ignoró, luego pensó con asco que se trataría de una rata. Pero al sentir el leve olor a feromona de alfa abrió los ojos sorprendido, el aliento se le escapó ante el terror de estar siendo tocado por alguien, ¿en qué momento había llegado aquel alfa? ¿o ya estaba allí escondido en la parte oscura de la celda?

Tweek no pudo evitar gritar luego de darle una patada directamente en la cara, se trataba de un hombre de arriba de 30 años, cabello descuidado y piel llena de cicatrices; el hombre lo miró con ojos hambrientos hasta el momento en que recibió el golpe, luego lo miró con unos ojos que delataban todo lo que le haría. Era un alfa y Tweek un omega, ambos estaban encerrados en una celda sin escapatoria, los guardias mostraban lo poco que les importaba a pesar de que Tweek esté rasgándose la garganta gritando por ayuda.

El hombre lo tomó del cabello y lo arrojó contra el suelo, Tweek sintió el ardor en sus brazos y luego la humedad de la sangre bañándole la piel. Tweek respiró desesperado, pero las lágrimas no se asomaron por sus ojos. Cuando el alfa se le volvió a acercar Tweek le dio un segundo golpe que no pudo esquivar y cayó al suelo.

¿Qué haría ahora? Tweek podía defenderse, pero no por mucho tiempo. Había una gran desventaja entre la fuerza de un omega y la de un alfa.

—Vaya, ese fue un gran golpe —dijo una voz externa.

Tweek miró a través de las rejas, Stan se estaba apresurando a abrir la puerta. Tan pronto como entró no dudó en noquear al alfa que se había parado nuevamente, Stan lo tomó de la ropa vieja y lo arrojó fuera de la celda como si se tratada de un objeto sin peso. Tweek no confiaba en Stan, pero nunca se había sentido tan feliz de verlo.

—¿Sabes por qué estoy aquí? Dijeron que quise asesinar a alguien, ¿sabes algo? —preguntó desesperado, luego tragó saliva por miedo a la respuesta.

—¿Estás insinuando que Thomas miente? —contestó furiosa otra voz, era una más profunda y enojada. Era la voz de Craig.

Este entró a la celda y se puso a un metro delante suyo, Tweek se quedó con las palabras en su boca por algunos minutos. ¿Qué tenía que ver Thomas en todo esto? Estaba estupefacto, pero luego de pensarlo tenía sentido, todo tenía sentido y no pudo evitar reír sintiéndose desgraciado. Por supuesto, Thomas era el encargado de hacer su vida miserable; haría todo lo posible para alejarlo del casamiento con Craig.

—Ni siquiera tienes el descaro de desmentirlo, ¡eres tan odioso! —le gritó con furia Craig. Tweek se sorprendió, al parecer desde que está con Thomas había perdido mucho los estribos. —No puedes golpear a alguien así y salir ileso, haré que lo pagues.