Capítulo tres

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No había vuelto a su departamento desde hace días, Pete se había tomado muy en serio las palabras de su madre, por lo que no dudó en obligarlo a quedarse en su casa hasta el día de la boda.

El lugar era pequeño, como si no tuviera ninguna intención de tener compañía. Las decoraciones tétricas decían claramente "aléjate de aquí o te sacrificaré en un ritual", Tweek le había tenido miedo el primer día; luego se relajó e hizo todo lo que le pedía, incluso le había ayudado a modelar ropa para otros omegas.

—¿Qué haré cuando tengas que irte? —le preguntó luego de ajustar un alfiler en su cintura.

No le gustaba estar ante la mirada minuciosa de nadie, mucho menos de alfas o betas como lo era Pete. Los betas no tienen feromonas ni tampoco pueden olerlas, pero a Tweek no le daba ningún tipo de seguridad. Sabía cuan perversos podían llegar a ser aunque ellos no estuvieran malditos por sus instintos.

Su madre había querido que la boda sea de inmediato, no supo lo que Craig pensaba de eso, pero al parecer no tenía muchas opciones, de otro modo nunca habría aceptado ese arreglo.

Nadie en su sano juicio rechazaría casarse con el joven y hermoso milmillonario más reconocido en el país, sin embargo, Tweek lo conocía lo suficiente como para saber que haría su vida un infierno si le reclamaba que cumpliera su papel como esposo. Craig no lo amaba, lo amó antes, pero ya no era algo que pudiera ser posible.

Tweek había roto toda su confianza sin querer. Nunca podría olvidar cuando lo miró con esos ojos verdes acusadores de traición. Tweek al inicio se había sentido culpable de aquello, se había sentido como un asqueroso infiel, solo el tiempo y el rechazo de todos a su alrededor le hicieron ver que él había sido el único traicionado.

Era una verdad indiscutible, Craig nunca lo amaría. Mientras él estaba probándose el traje de novia y pasaba días enteros junto a Pete por orden de su madre para hacerlo comer, veía las noticias en donde mostraban a Craig junto a su amado.

"¿Habrá boda pronto?" decía el titular en la pantalla. Habían captado al asistente de Craig saliendo de una joyería costosa que ningún sueldo de empleado podría pagar. La vendedora de la tienda no había sido nada reservada, contó que había comprado un par de alianzas de oro.

—Esto va a ser un verdadero escándalo cuando sepan quién es el prometido —comentó Pete sin ocultar la emoción que le causaba ser parte de todo. Tweek no pudo ocultar el temblor en su cuerpo, sabía que iba a ser un desastre; por eso deseaba que Craig pusiera fin a todo cuanto antes. —Hey, tranquilo. ¿No quieres ir a comer a un buen restaurante? Helen me dio mucho dinero para alimentarte.

—Sabes que no debes preguntar, solo llévame —dijo sintiendo que el interior se su boca se volvió más húmeda.

Algo que Tweek había aprendido en los últimos años era que nunca debía desperdiciar ninguna oportunidad de obtener comida gratis. Desde que está al lado de Pete no desperdició ni siquiera un pedazo pan, procuró quitarle hasta la última fibra de carne a los huesos y también llegó a relamerse la salsa de los dedos.

Se puso la ropa que Pete le había traído, era parecida a la que usaba antes cuando gozaba del prestigio del apellido Tweak; solo que ahora era más formal y hasta cierto punto más desapercibida. Se había acostumbrado a usar estropajos, ahora no podía sentirse cómodo con telas tan apretadas.

Recibió la carta con impaciencia, sabía que podía pedir cuanto quisiera, incluso podía elegir varios postres del día y llevárselos después. Lo que pretendía su madre era que recuperara un poso de peso para no parecer un niño huérfano de la calle, no le importaba seguirle la corriente si esto significaba sentir su estómago lleno.

La vida es sueño. (CENSURA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora