Capítulo treinta y ocho

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Había un equipo de limpieza desempolvando y limpiando la casa de arriba abajo, luego había betas sacando la maleza del frente, el patio delantero y el trasero. No iba a poder arreglar todo de una sola vez, pero de a poco iría haciendo los arreglos de la casa.

Tenía tres cuartos en la planta baja y otros cuatro en el primer piso, además contaba con cuatro baños de medidas diferentes. Quizás sus abuelos habían tenido la idea de tener muchos hijos, pero solo habían podido tener uno al igual que sus padres. ¿Él también solo podría tener un solo bebé?

Aunque por el camino en el que iba era probable que no pudiera tener ninguno jamás. Se rió de sí mismo al notar que estaba preocupándose por algo que no tenía sentido.

Los muebles eran hermosos y estaban en excelentes condiciones, pero no era para nada la estética que quería para su hogar. Eligió el cuarto menos luminoso para guardarlos hasta el momento en que supiera qué hacer con ellos

Cada vez que tenía que salir del edificio miraba hacia todos lados para ver si había alguien siguiéndolo u observándolo desde algún lugar. Atómico le había estado enviando fotos todos los días del edificio, Token dijo que Kenny había intentado seguirlo luego del evento de boxeo, pero no le pudo seguir el rastro.

La joyería no tenía registro de la compra de aquel anillo, el único dato que dieron fue que era un modelo muy viejo de ellos. Pero que los papeles se descartaban después de un año, cuanto la garantía ya perdía toda validez.

Luego de unos días de ayudar a la gente que contrató, solo le dejó la llave a la agencia de limpieza y se quedó en su departamento. No le era agradable salir, tenía miedo y nada de energía, incluso los directos que hacían eran cortos.

Agarró su celular para encontrarse con el nombre de Kyle en la pantalla, no comprendía por qué estaba llamándolo.

—Tweek, necesito que vengas al estudio de abogados ya mismo —dijo de forma apresurada. —Tucker quiere firmar el divorcio, pero hay que ajustar algunas cosas del contrato.

Tweek se levantó rápidamente de la cama, su cuerpo tembló y sintió un enorme vacío invadiéndole en pecho. Era lo que deseaba, ¿verdad? Caminó de un lado al otro de la habitación, deseó llorar, se sentía herido de alguna forma por la repentina decisión de Craig.

Era lo que había conseguido luego de herirlo una y otra vez. ¿Qué quedaba entre ellos ahora?

Definitivamente no se retractaría a pesar del dolor que le provocaba. Necesitaban terminar de una vez por todo ese martirio.

Buscó ropa de Satán, una ropa que Tweek no llevaría de forma cotidiana. Quería demostrar y demostrarse que estaba bien, que todo lo que estaba ocurriendo estaba bien y no le dolía en absoluto.

Se maquilló cuidadosamente, había aprendido lo básico y qué debía resaltar de su rostro. Tenía que verse fuerte, tenía que ocultar el hecho de que estaba desmoronándose por dentro.

Se miró al espejo, practicó rápidamente su forma sutil de sonreír y de mirar. Estaba listo para enfrentar a Craig por una última vez.

Llegó a la dirección que le indicó Kyle por mensaje, el lugar no estaba muy lejos del centro y solo le bastó unos minutos en llegar. Entró a la pequeña oficina donde estaba Kyle sentado frente de Craig y de su abogado.

El azabache lo observó, a pesar de su rostro neutral dejaba en evidencia su malestar. Probablemente le había dolido más a Craig que a él tomar esa decisión, sus ojos estaban hinchados y sus manos intranquilas mientras se removía en el lugar.

—Tweek, el señor Tucker insiste en darte una compensación. Esto es muy beneficioso para ti —dijo Kyle al ofrecerle un asiento. Tweek frunció las cejas, había sido muy claro en que no quería nada. —También quiere agregar unas propiedades y tiendas para tu sustento en el futuro.

Tweek respiró profundo, no le interesaba tener una vida cómoda a costa del trabajo de otra persona. No lo quería, viviría pensando con culpa en Craig el resto de sus días.

—Firma el contrato que hice, no quiero nada —sentenció de forma tajante. Ni siquiera había tomado los papeles que le extendía el abogado de Craig. Respiró profundo y se levantó del lugar que ocupaba para irse. —Es mi última palabra, no me insistas, Craig.

Azotó la puerta con fuerza, pero solo avanzó unos metros hasta que la oyó abrirse nuevamente. Era Craig, se estaba acercando a él rápidamente para terminar abrazándolo con fuerza.

Estaba desesperado.

—No me toques, Craig.

El agarre del alfa se aflojó lentamente, pero nunca dejó de sostener sus brazos. Tweek vio cada movimiento de sus manos, el temblor presente en ellas cuando apretó con delicadeza sus muñecas para poder besar sus palmas.

En su desesperación Craig se veía tan dulce. Tweek no pudo resistirse a aquel tacto, dejó que llevara su mano izquierda para que tocara su mejilla.

Se mordió los labios para controlarse cuando vio que las lágrimas caían de sus ojos verdes.

—Ya no intentaré justificarme, Tweek, ya comprendí que era incorrecto hacerlo. Incluso pedirte perdón lo es, pero tu perdón es algo que voy a desear cada día por el resto de mi vida. Estoy... estoy trabajando para no ser la persona que te lastimó, haré lo posible para ser mejor que antes —dijo. —Lo entendí, entendí que no merezco tu amor por lo que soy ahora mismo y entiendo que te alejes de mí. Estuve tan cegado por el resentimiento, no fui capaz de escucharte cuando lo necesitabas, pero ahora soy consciente de cada uno de los errores que hicieron que desearas alejarme de tu vida.

Tweek se quedó allí, inmóvil, mirando a Craig mientras escuchaba sus palabras llenas de arrepentimiento y dolor. Cada gesto, cada lágrima, parecían genuinos, y eso lo hacía sentir una mezcla de tristeza y compasión hacia el alfa que había sido tan importante en su vida.

—Adiós, mi vida —dijo Craig.

El rubio notó el temblor en su voz al pronunciar esas últimas palabras, y aunque quería quedarse junto a él, sabía que tenía que alejarse para protegerse a sí mismo. Respiró hondo, tratando de encontrar la fuerza para responder.

—Adiós, Craig.

Su voz se quebró levemente al pronunciar su despedida.

Necesitaban tiempo para sanar y encontrar sus propios caminos. Esperaba que Craig pudiera realmente cambiar y ser feliz algún día. Se lo deseaba porque era la única persona que amó en su vida.

Se alejó, dejando atrás a Craig y a toda la historia que habían compartido. Sus pasos eran lentos y vacilantes, su corazón pesaba por la despedida, pero sabía que era lo correcto para ambos.

Adiós, mi amor. Adiós.

Se repitió mentalmente mientras conducía por las calles sin rumbo fijo, estaba perdido en sus pensamientos, en el dolor tan profundo en el que se hundía su alma. La gente pasaba a su lado sin que él realmente los viera. Las emociones seguían agitándose dentro de él, pero al menos ahora tenía un poco de paz al haber tomado una decisión firme. 

La vida es sueño. (CENSURA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora