Capítulo dieciocho

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—Niño, niño... —llamó la voz de una señora que desconocía, Tweek abrió los ojos a pesar de sentir los parpados muy pesados. ¿Dónde estaba? ¿Cuánto tiempo había estado tirado en aquel callejón? —¿Necesitas que llame a alguien por ti? Deberías ir un hospital rápido.

Tweek logró sentarse con la ayuda de esa mujer, no podía respirar sin que le doliera. Ni siquiera podía moverse sin sentir una enorme dolencia en alguna parte de su cuerpo o rostro.

—¿Qué hora es?

—Son las once, ya es un poco tarde para que un omega esté en la calle. Es peligroso, niño.

Las calles estaban algo vacías, ya la mayoría de las tiendas del centro estaban cerradas a excepción de los lugares de comida. Sin embargo, la hora de la cena ya había pasado. ¿Tricia estaría molesta con él? Quizás si se apresuraba llegaría a verla antes de que se fuera.

Tenía que pedirle disculpas por la tardanza, por haber sido un mal cuñado al dejarla plantada en la cena. No soportaría ver la decepción en su rostro pequeño, ¿seguiría queriéndolo después de aquel día?

Su cuerpo era como una prisión de dolor, cada paso que daba, cada respiro superficial era una agonía.

No perdió el tiempo en mirar su celular, tenía que llegar rápido antes de que Tricia se fuera de la casa de su hermano. Ignoró las personas que se detenían ante él para auxiliarlo, no necesitaba ningún hospital, no hasta ver a Tricia.

Abrió con dificultad el gran portón, caminó hacia la casa con la esperanza de ver el auto que Stan solía manejar para llevar a la niña; se sintió confundido cuando vio más autos de lo normal, había tres, uno le pertenecía a Craig.

En la medida que se acercaba logró distinguir tres figuras en la entrada. Era Craig, Clyde y Token, parecían tener una conversación mientras fumaban tabaco. Craig tenía un traje muy costoso, de color azul oscuro, llevaba corbata y el cabello peinado perfectamente con gel.

Lo vio arrojar el cigarrillo al suelo y pisarlo de forma apresurada en cuando lo divisó. Tweek deseó llorar, no sabía muy bien por qué, si la razón era el dolor, los golpes que había recibido o por haber decepcionado a Tricia. No se había sentido débil hasta que miró el rostro lleno de preocupación del alfa.

Él parecía aterrado por alguna razón. Agarró su cuello con una mano y con la otra despejó el cabello de su rostro. ¿Qué estaba mal con él?

—¡¿Qué te ocurrió?! ¿Te caíste? ¿Te asaltaron? Oh, Dios... dime dónde fue.

Las preguntas del alfa se mezclaron su cabeza, seguía aturdido, y Craig parecía no tener paciencia para esperar sus respuestas. Lo tomó de los hombros y lo movió para que reaccionara.

—Tricia, vine a ver a Tricia. ¿Ella sigue aquí?

—¡Dime lo que te pasó, Tweek!

Su voz lo ensordecía, no recordaba la última vez que lo oyó gritar de esa forma. Parecía desesperado por alguna razón.

—Scott me golpeó por haber denunciado el prostíbulo de su hermano. ¿Tricia me sigue esperando para cenar?

—¿Quién es Scott? ¿Sabes dónde vive? —preguntó rasgando su voz, sus ojos se habían oscurecido y había algo de locura en su expresión. —Sube al auto, Tweek. Súbete de inmediato y dime dónde encontrar a ese maldito. ¡Rápido!

Tweek vio como Craig entraba a su casa rápidamente a tomar las llaves del auto, intentó ver hacia el interior en busca de la presencia de niña. Se preguntó por qué Craig no lo dejaba quedarse en su casa, ¿ya no lo quería allí?

La vida es sueño. (CENSURA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora