Capítulo veinte

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Tweek se miró el rostro por mucho tiempo, la inflamación había bajado y las marcas comenzaban a desaparecer gracias a la crema que le había traído Bebe. Había estado casi cinco días moviéndose lo menos posible, ahora tenía más libertad que antes.

—No puedo creer que mi hijo te haga esto.

El señor Tucker parecía muy decepcionado por no haber visto a Craig en todos esos días. Había ido allí cuando se enteró que ya podía levantarse de la cama, le había estado llevando chocolates y flores junto a Tricia y Stan.

La niña se quedaba al lado suyo abrazando su brazo, ella le había hecho un dibujo de ambos sonriendo; Stan le comentó todo el esfuerzo que le llevó a la niña.

Estaba tan agradecido que la niña no lo odiara, esa noche ella se había ido triste al ver que no llegaba a cenar. Pero cuando se enteró de lo que le había ocurrido lloraba para que la trajeran a verlo, pero Craig le pidió que no lo molestara porque aún se sentía débil.

No había vuelto a ver a Craig desde, tampoco había intentado comunicarse con él como solía hacerlo. Quizás estaba muy ocupado mimando a la futura madre de sus hijos, no debía pensar en ello.

Su rostro comenzó a verse mejor al séptimo día, al menos podía usar maquillaje para esconder el color morado. Sin embargo, aún no había recuperado del todo su ánimo, no se sentía en condiciones de hacer un directo aún.

Pero sí deseaba salir a la calle, había estado encerrado por mucho tiempo y necesitaba respirar aire fresco.

Sus ojos se fijaron en la concesionaria de motos que estaba en el centro, siempre pasaba por el frente de ese lugar y observaba los vehículos por simple distracción. Ahora podía ser más crítico y pensar en cuál le gustaba.

Scott se había perdido ese dinero, ahora no tenía ninguna intención de pagarle absolutamente nada. Entró al lugar con una sonrisa para nada disimulada, caminó por entre las hileras de motos observando cada modelo.

El dinero no solo le alcanzaba para comprarse una, incluso le podía llegar a sobrar.

Un chico beta se le acercó con una sonrisa simpática, tan pronto como estuvo en frente le indicó unos modelos en particular. Tweek se sintió decepcionado cuando solo le hablaba de las motos pequeñas.

—¿Y qué tal esas? —preguntó apuntando a unas parecidas a las que tenía Pete. Le había llamado la atención una negra con plásticos enormes. —¿Puedo subirme?

El beta pareció dudoso.

—Creo que es un poco grande para ti. Es pesada... —dijo, parecía querer ni siquiera mostrársela. —Espera, iré por el dueño. Él quizás te pueda guiar mejor.

Tweek se sintió decepcionado, estaba seguro que podía sostenerla. Era muy parecida a la de Pete y había podido manejar sin problema, ¿por qué esta no?

El beta volvió con el que parecía ser su jefe, el hombre se detuvo a unos cuantos metros de él y lo observó en detalle, era casi como si hubiera visto un fantasma. Se recompuso rápidamente y se acercó con una sonrisa.

—Buenas tardes, ¿señora Tucker? ¿O prefiere que le llame señorito Tweak? Es un placer tenerlo aquí —dijo con una gran sonrisa fingida. —¿Quiere probar esa moto? En seguida haré que la lleven al patio trasero para usted.

Tweek tardó algún tiempo en procesar la forma en la que lo había llamado. También le desconcertó con la rapidez que las personas empezaron a actuar para llevar la moto a un lugar cómodo, él simplemente tuvo que caminar y luego usarla mientras todos los empleados estaban atentos a cada acción de él.

La vida es sueño. (CENSURA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora