Capítulo uno

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Abrió los ojos sintiéndose aturdido por el ruido de los golpes en su puerta, Tweek no necesitaba ver por el ojo mágico para saber de quién se trataba. Solo había una persona que iba a su casa, últimamente casi todos los días con el mismo reclamo.

Se levantó de la cama, la luz fuerte que se filtraba por la ventana del comedor le señalaba que eran más de las doce del mediodía, no era una hora en la que un adulto responsable debía despertar. Pero Tweek no había trabajado desde hace semanas a causa de su computadora rota y no pudo hacer nada al respecto.

La envió a arreglar, cuando fue a retirarla a las horas su tarjeta marcó que tenía la cuenta en cero. Le habían robado todo el ahorro que había acumulado arduamente.

Una vez más estaba en banca rota. Sin provocarlo, su vida terminó de esa forma caótica y desgraciada de nuevo.

—Aún no tengo el dinero... —dijo tembloroso sin abrir la puerta.

Un golpe azotó contra la placa de madera, faltaba poco para que se rompiera, pero para suerte del rubio Scott no siguió insistiendo en entrar. Ya estaba cansado de Tweek, no lo quería allí por más que llegara a pagarle el alquiler de todos los meses atrasados; de todos modos, hacerlo era imposible, ni en sus mejores sueños Tweek podría tener esa cantidad de dinero.

—No saldrás de aquí vivo si no pagas lo que debes, ¿me oíste? —amenazó—. Si no tienes trabajo, puedes vender tu cuerpo; algún desgraciado pagaría bien por ti, estúpida perra.

Tweek no pudo calmar su respiración a pesar de escuchar sus pasos alejándose. Se estaba quedando sin alternativa.

Todo se volvió un caos por confiar una vez más en una persona. Le robo el dinero que había estado acumulando por meses, le dejó sin posibilidad de comer o pagar sus cuentas. Lo peor es que no se trataba de una persona que conociera personalmente, fue alguien que se presentó como confiable para el trabajo, había estado ayudando a otros streamers pequeños e influencers. ¿Cómo había podido acceder a todos sus datos?

Bunny le había enseñado mucho apenas inició en aquel mundo, Tweek había podido atraer personas y mantenerlas entretenida con el contenido que brindaba. Había obtenido la suficiente ganancia como para no necesitar un trabajo formal; solo requería tiempo para crear las bases de una estabilidad económica y poder desendeudarse.

Había podido comprar una notebook mejor y ropa decente, incluso por un breve periodo el rubio había recuperado su peso y olvidado por completo la angustia de su pasado.

Ya no tenía que llorar porque sus padres no querían verlo. Lo habían echado de la casa con el suficiente dinero para que no volviera a molestarlos por unos meses. Tweek no sabía vivir solo, por lo que al poco tiempo comenzó a insistir en acercarse a ellos.

Cuando le preguntaban, Tweek tenía que decir que no tenía padres, ni amigos. La única persona a quién tenía era a un desconocido de Internet, y fue traicionado.

Nunca lograría hacer una ganancia lo suficientemente grande como para si quiera pagar un mes y comer en estos días. Scott se estaba impacientando, Tweek lo sabía bien, faltaba poco tiempo para que hiciera algo para cobrarse la gran deuda.

Ya no tenía elección, se miró al espejo del baño con asco. No había mirado su cuerpo desnudo desde hace años, desde lo ocurrido secundaria. Se sentía sucio, asqueroso y culpable por haber confiado en las personas que creía amigos. Pero no tenía que mirar, ¿verdad? Podía simplemente cerrar los ojos e imaginar otra vida mientras desgarraban su cuerpo.

Se colocó el collar anti-mordida en el cuello y cerró la puerta de su pequeño departamento para luego dirigirse al lugar dónde nunca esperó buscar ayuda. Por un accidente de tránsito en el que auxilió a un prostituto se ganó una extraña "amistad". Mejor dicho, solo eran dos desconocidos que sabían sus nombres, que a veces necesitaban hablar de las cosas que los abrumaban y terminaban por buscarse.

La vida es sueño. (CENSURA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora