Sentado bajo la protección de la terraza, Nick reacomodó el lienzo en que había estado trabajando por lo que pareció la centecima vez y suspiró. El clima parecía haberse puesto de acuerdo con su estado animico últimamente, los días grises y la pesada sensación de tristeza colgaban en el aire como las hojas que se desprendian de los árboles. La lluvía ocasional había formado charcos de barro en el patio trasero, si se esforzaba aun podía escuchar los gritos de sus hermanos cuando fueron practicamente acarreados al interior de la casa luego de empaparse en lodo y obligados a darse una ducha completamente necesaria.
Nick sonrió un poco ante el recuerdo, al menos ellos sabían como aprovechar un día gris.
Miró nuevamente el paisaje frente a él con una mirada aburrida y algo desinteresada. Había pintado el mismo cuadro más veces de las que podía contar en el correr de los años. Por supuesto, había detalles que variaban, como aquellos árboles en la distancia que parecían haber crecido varios metros desde la primera vez que los plasmó y esas nuevas edificaciones que aparecieron como por arte de magia en el horizonte, eso sin contar con la diferencia de colores que las distintas estaciones otorgaban. Aun así, seguía siendo igual de hermoso que la primera vez, solo que él parecía haber perdido el interés por dicha imagen.
Examinó su obra hasta el momento, turnando la mirada entre lo real y su pintura. Se veía bien, practicamente igual, solo que había algo que no le terminaba de cuadrar. Su padre siempre le había dicho, que se concentrase en aquel primer sentimiento que le había producido lo que pensaba plasmar. Si un paisaje lo fascinaba, entonces debiá ver a través de esa fascinación y pintar lo que veía. O si se trataba de una persona, como sus hermanos o amigos, entonces seguramente el cariño sería su lente.
Ahora... ahora se había quedado sin ningún sentimiento para hacer de filtro. La pintura se veía opaca y sin vida, no provocaba nada en quien lo viese y ese no era el fin con el que pintaba. Sus creaciones siempre producían algún tipo de reacción emocional a quién las viese, pero ahora... se sentía tan vacía.
—¿Que haces?
Dio un rebote sorprendido sobre el pequeño banco donde estaba sentado, girando lentamente sobre su trasero para encontrarse con su muy embarazado cuñado de pie en las puertas francesas de su balcón, comiendose lo que parecía ser un helado individual de vainilla granizada. Le dedicó una sonrisa de disculpa a Nick y todo su rostro pareció iluminarse.
El tipo tenía el aspecto de un Idol proveniente directamente de las paginas de una revista japonesa. Por petición de Nee, Kai había dejado de aclarar su cabello, llevandolo de su color negro natural y un poco largo sobre los ojos. Hoy particularmente, llevaba un pequeño broche con una rosa celeste para apartar el flequillo lejos de su rostro. Pantalones negros algo justos y una holgada camisa blanca de seda cubría parte de sus manos y hacía una pequeña onda sobre su barriga. Tenía las mejillas rojas destacando sobre su pálida piel y ese brillo que todo embarazado parece tener.
Kai era hermoso, eso nadie podía discutirlo y su hermano había sido jodidamente inteligente al atraparlo y atarlo con un matrimonio y dos niños. Luego decían que Nee era torpe, pero mirenlo, parecian funcionarle un par de neuronas a veces. Por supuesto, jamás era lo suficientemente despierto para percatarse de la morbosa diversión que Nick disfrutaba, al verlo masticar sus celos cuando las personas se acercaban atraídos por la belleza exotica de Kai en las exposiciones de sus pinturas, ni la forma en que parecía gruñir por lo bajo cuando alguien quería llevarse un retrato de su esposo a casa.
Nunca dijo que era un buen samaritano, no cuando se trataba de fastidiar a su mellizo.
Apartandose de la puerta, Kai se paseó por el balcón, acomodandose en una reposera cercana y estirando toda su pequeña estatura sobre la misma. Acarició su barriga casualmente antes de hundir la cuchara en la masa pegajosa del envase en su mano y llenar su boca del azucarado helado.
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Entra en mi vida |Nick/Wolf|
Fiksi PenggemarLibro #3 de la saga "Tu mirada" Pareja: Yannick Payne/Wolf Reed.