EDITADO.
🥷<<{Akio}>>🥷
Hace un poco más de un mes que una mujer me obsesionó como ninguna antes.
Jamás me había importado una, solo eran folladas de una noche o nada, pero no con ella.
En el momento en que la vi ignorar el tamaño y el poco prestigio que mi luchador había ganado, supe que ella sería mi más grande obsesión.
Y cuando se consagró ganadora lo confirme.
Sería la perfecta reina de la Yakuza, solo había un problema para eso, yo ahí no soy el líder, y mi madre que no sé cómo sé enteró de ella, no la aprueba.
No entiendo cómo mi madre, Hiroko Shimizu, se dio cuenta, solo había visto a Alessandra tres veces y con extrema cautela para que no se enterará.
Después de que volví a Japón al otro día de encontrarla por "casualidad" en la hamburguesería, dos de mis hombres más fieles y discretos la siguieron, me decían a dónde iba, con quién, si alguien se acercaba.
Me desconcertó saber que ella era militar, también qué es familia de dos de las mujeres más poderosas en la mafia, que no son nada menos que la reina y una de sus herederas, El Huracán Edeline.
Era imposible que le ganara a mi luchador con movimientos militares y lo que está haciendo ahora parece de todo menos legal.
A menos qué secuestrar a un borracho en su propio cuchitril, atarlo de los tirantes que sostienen el techo y sentarte a esperar a que despierte cuente como una misión secreta.
Sí, llevo días siguiéndola, es que para no entender que está en una guerra cruzada, en donde ella es el premio.
Mi padre, Kaori Shimizu, les declaró la guerra a la reina y sus mafias a menos que acepten casar a Alessandra con su heredero, es decir, conmigo.
Y estoy haciendo todo lo posible por qué no la encuentren y se la lleven obligada, no es lo que quiero.
La quiero a ella, pero solo si es por voluntad propia.
En mi familia son muy recurrentes los matrimonios arreglados, así fue con mis bisabuelos, mis abuelos y mis padres.
Quizás esa es la razón por la que se viven peleando, o por lo que mi madre se cree con el derecho de decidir con quién me caso o con quien no.
Por otro lado, mi padre quiere que sea feliz con la mujer que ame, pero no pensé que decirle que había encontrado a mi única, lo hiciera armar una guerra.
Contra ni más ni menos que la familia de ella.
En donde Alessandra puede salir herida.
Ahora di una falsa ubicación del paradero de ella para que pueda terminar lo que vino a hacer, parecía muy importante y divertido.
A juzgar por la sonrisa sádica que adornaba su bello rostro cuando bajó del auto.
La misma que tiene ahora que el borracho está despertando, me acerco más a la ventana para poder ver bien y escuchar lo que hablan.
No quiero perderme ni un detalle de lo que hace, ya sea cocinando, peleando o como parece terminar este caso, matando, todo lo que hace es un espectáculo.
Le voy a dar 30 minutos para que se vaya o la encontrarán, si llegase a pasarse tendré que entrar y sacarla.
Puede enojarse si quiere, pero es por su seguridad.
Alessandra: Tío, cuanto tiempo.
¿El borracho al que quiere matar es su familia? Me lo esperaría de mi madre, de su padre también, pero nunca de esta niña.
Tío: ¿Niña? ¿Qué haces aquí, no tienes ninguna polla que chupar? Yo tengo una aquí para ti.
Alessandra: A diferencia de ti, tío, yo no ingiero porquerías.
Dice de forma calmada mientras se coloca el guante derecho, que tenía apoyado en una mesa toda manchada, llena de agujas y papeles.
También tiene una especie de portaútiles.
Tío: ¿A qué vienes? No he vuelto a pedirle a aquella putilla, plata por el mocoso.
Le pega un guantazo en el centro del vientre y otro en el rostro.
Tiene un derechazo alucinante y el borracho se acaba de enterar.
Alessandra: Esa a la que tú llamas putilla —golpe— es mi madre y ese mocoso como le dices —otro golpe y una patada a sus costillas— es mi hermano, Tom.
<<¿No te acuerdas de él? Eso está muy mal, teniendo en cuenta que era tu hijo antes de que lo vendieras.>>
Desabrocha el abrojo del guante con sus blancos dientes y lo vuelve a apoyar sobre la mesa, agarra ,el portaútiles y lo abre con expectación.
Sonríe ante lo que hay allí adentró, mete su mano y saca electrodos, de esos que usa algunas personas para su abdomen y glúteos.
Bolsa plástica, martillo de madera y hierro, una navaja y por último un nudillero negro.
Tío: ¿¡Qué quieres de mí!?
Tose por los golpes.
Alessandra: Tu última respiración.
Tío: ¿¡Por qué!? Deberías agradecerme, gracias a qué te vendí a ese señor, ahora eres millonaria.
Alessandra: No —niega con la cabeza antes de plantarse frente a él y sostenerle la cabeza para que la vea a los ojos.
No puedo ver la expresión de Alessandra, pero la del borracho denota terror.
No esperaba menos que eso, vendió a la niña, no puede esperar que no se lo devuelva.
<<Gracias a qué me vendiste a ese viejo pedófilo, fui violada y poseída por múltiples hombres, varias veces al día, incluso con varios a la vez.>>
Espero que lo deje vivo, para seguirlo torturando después de ella. Se atrevió a profanar a esa hermosa, adorable y temible niña en su estado más vulnerable.
Quiero entrar y ayudarla a torturarlo, quiero ver su sangre correr por sus ojos cuando se los saqué, cortarlo en pedacitos y dárselos de comer a las pirañas de mi padre.
Alessandra: Déjame contarte lo que estuve haciendo durante todos estos años después de que mi madre me salvará.
<<Estudié e hice mi carrera, me hice muy famosa y adinerada, pero eso ya lo sabías ¿No? Por supuesto que sí, por qué no podías dejarnos en paz, tienes que aparecerte, seguirme, intentar meterte en mi cabeza.>>
Es bien sabido para mí que no fue el borracho el que la estaba acosando, sino yo, pero que siga creyéndolo, no estaría aquí dándome este espectáculo si fuera diferente.
El borracho intenta contestar, pero le da con el martillo de madera en la mandíbula y se la disloca.
Menos mal, ahora no puede intentar defenderse diciendo que él no fue.
<<Eres una persona muy tóxica, peor que chernóbil. >>
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Alessandra. 3°
Любовные романыTercer libro de la saga Legado. (Independientes) 🧁<<{Alessandra}>>🧁 Están locos, completamente locos. Izan: Eres nuestra, preciosa. Iker: En el momento en que cruzaste la puerta de la casa sellaste tu destino, bonita. Isaac: Siempre ha...