Alessandra. 3°

🔥CAPITULO 50🔥

EDITADO.

🏛️<<{Bastian}>>🏛️

La diosa se fue con su hermano y el otro chico Massimo que aún no sé exactamente quién es, a la cocina con la rojita y Bao, el hijo de Hui.

Mi mejor amigo se quedó conmigo.

Bastian: ¿Quién es el otro hombre que se fue con ella? ¿Otro esposo?

Iker: ¿Y eso a ti qué te importa?

Hui: Vamos a calmarnos, ya son grandes, solucionen sus problemas hablando, Aless sufrió algunas cosas... feas, cuando estuvo en la mansión, no creo que se tome bien que se agarren a trompadas aquí.

James: ¿Puedes contarme? Sí sé que le pasó voy a poder ayudarla como lo necesite.

Mi mejor amigo asiente y le hace una seña para que lo siga hacia los sofás.

James: Es su hermano por cierto, y no te lo digo porque tengas derecho a saberlo, sino porque en donde le tocas uno solo de sus cabellos te va a torturar.

Bastian: Casi me mata con una navaja, no creo que sea mucho peor a qué te mate.

Akio: Es militar, sus torturas son militares.

Sí... ni al caso, no iba a tocar a nadie de aquí, no le haría eso.

Me encojo de hombros.

Isaac: ¿Cómo la conociste?

¿Si les digo que recién hoy la conocí cambia mucho?

Bastian: La encontré escondida con Hui cuándo volví de dejar aquí en Rusia a la rojita y Bao.

<<Por cierto, me amenazó con matarme con una navaja si me acercaba a alguno de ellos dos.>>

Iker: ¿Aless?

Bastian: No, la rojita.

Izan: Gracias por salvar a nuestra hija y al ahijado de mi mujer.

Se acerca hasta estar frente a mí con una sonrisa y siento su puño golpear mi pómulo.

Y otro, seguido de otro, hasta que estoy recostado en el suelo, pero un poco levantado por qué él me sostiene de la ropa mientras me golpea.

Mierda, creí que era el más calmado después de él que se fue con mi mejor amigo.

Cuando él se levanta y suelta mi camiseta caigo de espaldas al suelo, pero dura poco, porque el otro gemelo viene y me golpea igual que él.

Pero en el estómago.

Bastian: Sigan, así tengo tiempo para estar con ella.

Eso en lugar de frenarlos los hace enojar aún más porque entre tres o cuatro empiezan a pegarme.

Alguno en el rostro, otro en el estómago, alguno está pateando mis costillas y el que queda o se está riendo de mí desde arriba, o me está pegando en el mismo lugar que algún otro.

No me voy a ofender, los entiendo, cualquiera dejaría de perseguir a esa diosa al enterarse de que tiene esposos, pero yo no soy cualquiera, ni tampoco buena persona.

La vi, la quiero para mí, para... ¿nosotros?, no voy a sacarle a sus esposos, los ama, por algo se casó, pero la quiero para mí, aunque tenga que compartirla.