Observe mi cuerpo reflejado en el espejo para cubrir perfectamente con maquillaje los moretones en mi costilla y cadera que me dejo Andrew despues de una discusión hace unos días.
Muy en el fondo la conciencia a gritos que suplicaba que huya de él, pero... al final siempre busco la forma de justificar sus actos de violencia hacia mí. No sé si sea porque siento que en lo más profundo de su corazón Andrew me ama o es simplemente el amor que yo siento por él.
-¿Gema? ¿puedo pasar? - pregunto Melody cuando ya se encontraba ingresando a mi habitación.
-No sé porque preguntas si de todas formas vas a entrar.
Ella solo rió
Mire a Melody desde el espejo, su rostro reflejaba melancolía y dolor, supongo que era aquella tristeza que le provocaba cada vez que me pillaba cubriendo mis moretones.
-¿Aun eres feliz? - pregunto de repente, tomándome por sorpresa.
-¿Qué? -parpadee doblemente.
-¿Aun eres feliz? - repitió.
-Pues claro acaso... - me interrumpió.
-Con Andrew.
-Sí.
No dijo más, solo se acercó, me abrazó y se fue.
Melody forma parte de ese enorme grupo de personas que me quieren lejos de Andrew. Pero que sea mi hermana menor no significa que voy a ceder ante sus palabras, ¿que puede saber ella del amor? Es solo una adolescente.
(...)
Una hora.
Dos horas.
Tres horas...
¿Dónde rayos estaba Andrew?
El frío me consumía y el abrigo que llevaba puesto no ayudaba mucho. Aún así no podía hacer más que seguir esperando a mi novio, puede que haya surgido algo, pero no significa que no vendrá por mí.
-Ash...
Me frote los brazos por encima de la ropa para darme calor.
-¡Hey preciosa! ¡¿cuanto cobras?! - gritaron a lo lejos.
Maldito imbécil.
-¡Muñeca! ¡¿cuanto me cobras para estar dentro de ti?! - volvió a gritar.
-¡Responde! - dijo otra vez.
Entonces me di cuenta que no se trataba de un solo hombre, si no de un grupo.
Eran aquel grupo que solían llamarse "hijos de escorpión", se habían ganado la mala fama por ser unos bandidos que trabajaban para uno de los más grandes de la mafia de los Estados Unidos.
No podía enfrentarme a ellos, así que no tuve más opción que caminar en dirección contraria a la de ellos.
-¡Espera guapa!
-¡Hey!
Mierda.
En tan solo un par de segundos ya me habían rodeado.
-¿A donde ibas mi amor? ¿Acaso no sabes que a los hijos de escorpión no se les da la espalda?
-Solo el trasero - afirmó uno a lo que los demás rieron.
-Hace mucho te he visto por aquí, y déjame decirte que me flechaste - dijo el más moreno de todos a la vez que me tomaba por la cintura.
-Suéltame o te las veras con mi novio.
-¿Crees que me da miedo tu novio? - sonrío - ese chico que siempre te recoge aquí solo espera que desaparezcas de su maldita vida - río.
-¿Cómo sabes eso? ¿Acaso te lo dijo?
-Ay mi amor, si realmente fuera "tu novio" no te haría esperar aquí. En una de las calles más peligrosas.
-No me hace esperar es solo que...
-Yo no dejaría a un dulcecito como tú, sola con miles de pandilleros en cada esquina - se acerco a mi rostro, a tal punto de casi rosas sus labios con los míos.
-¡Cállate! - grite a la vez que le daba una bofetada - Cierra tu maldita boca.
-¿Pasa algo? - intervino un hombre desde el interior de un auto negro el cual detuvo frente a nosotros.
-Fuera de aquí hombre. No es tu asunto.
-Le pregunté a la señorita.
La tensión que se estaba haciendo presente dejaba en claro que esto no iba a terminar por las buenas.
Aquel hombre del auto salió y pude visualizarlo mejor. Alto, de cabello castaño y muy buen físico.
-¿Pasa algo señorita? - volvió a preguntar.
-Sí... - quise seguir hablando por un hombre que era parte del grupo de pandilleros me cubrió la boca.
-Te dije que no te metas - hablo el moreno, sacando su arma y apuntándole al castaño del auto.
-No lo intentes, porque vas a perder.
-¿Sabes quien soy yo?
-Sí, un hombre muerto.
Y en un par de segundos aquel hombre castaño sacó un arma y le disparo al moreno haciendo que este caiga al suelo.
Le quito el arma y les disparo a todos los del grupo que intentaron atacarlo con cuchillos y navajas.
-Novatos - sonrío mientras observaba a sus rivales tirados en el suelo con un gran charco de sangre.
Me quedé inmóvil.
-¿Estás bien?
No respondí.
Él pareció entender que estaba en un estado de shock, así que se limitó a envolverme en su saco y hacerme ingresar al auto.
Tras manejar por unos minutos hasta un estacionamiento y darme una botella con agua, pude tranquilizarme y poder articular palabra.
-¿Te encuentras mejor?
-Sí. Gracias por ayudarme.
-No hay de qué. Dime, ¿necesitas que te lleve a algún lado?
-Si por favor, quisiera que me lleve al casino principal - respondí sin mirarlo debido a que me sentía intimidada, pero tampoco es que me diera miedo.
-De acuerdo.
En un par de minutos el auto arranco y aunque evitaba su mirada, sabía que él no dejaba de verme desde el espejo retrovisor.
-¿Cuantos años tienes?
Dude en responder.
-Uhm... veintiuno.
-¿Estás casada?
No pude evitar reírme.
-No, soy muy joven para eso - respondí entre carcajadas.
-¿Cuál es tu nombre?
-¿Por qué tantas preguntas? Usted no me ha dicho su nombre - con un poco de valor aparte la vista de la ventana y observe los ojos del castaño a traves del retrovisor.
-Ya vamos a llegar.
Lo que me faltaba. Es un idiota más, y yo que ya pensaba que era un buen tipo.
El silencio se formó, pero agradecí al universo cuando vi la entrada del casino.
Deje el saco de aquel hombre en los asientos y salí del auto. Me acerqué un poco hacia la ventana del copiloto para decir:
-Muchas gracias señor.
-Soy Nick y fue un placer volverte a ver, Gema.
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¿Viva, muerta o atrapada?
Teen FictionSí, él está devuelta, pero... ¿todo seguirá igual? Segundo libro de La esposa joven.