Tome una ducha esperando que el agua me ayudase a calmar aunque sea un poco el maldito dolor de cabeza. Dios, en mi vida pienso volver a beber de esta forma, creo se que me había pasado por el hecho de estar con Debram.
Minutos después de mi ducha tocaron la puerta de mi habitación.
-Adelanté -dije.
En breves la puerta se abrió y dejó ver a una chica bajita con una amplia sonrisa.
-Vengo a pedido del señor Russo.
Por supuesto.
-Claro, entra.
-Si - asintió- ¡Ingresen ya!
Y en un par de segundos la habitación estaba llena de chicas que traían consigo diversas maletas. Sin articular palabra posaron sus manos en mí, me llenaron de opciones sobre zapatos, corte de cabello, maquillaje, vestidos y hasta lencería. Por sorprendente que parecía todo era justo a mi medida.
Comencé a cuestionarme si realmente no había pasado nada anoche como para que todo sea justo a mi medida.
Al final termine optando por un largo vestido negro, con un gran escote en la espalda, sin manga. Las chicas me maquillaron de una forma impresionante, tranquilamente me vi al espejo y ni me pude reconocer. Ellas recogieron mi cabello en un tipo de chonguito con rizos, un precioso, unos aretes largos, finos en color dorado y unos tocones altos, agregando un abrigo de piel en color blanco. Creo que podría acostumbrarme a ello.
Al finalizar con todo Debram apareció, vestido tan formal como yo. Sonrío y me tomó de la mano.
-Estas preciosa.
-Gracias.
Por alguna razón me sentía nerviosa con esto.
-¿A donde iremos? - pregunte curiosa, rompiendo el silencio.
-A despedirte como la señora Russo, no te preocupes que solo seremos tu y yo esta noche - giño un ojo.
-Eres muy formal como esposo.
Frunció el ceño y luego río.
-Pero si solo somos dos esposos falsos Gema, ¿Acaso quieres saber realmente cómo soy de esposo? - sus ojos me miraron fijamente a tal punto en que pude haber quedado hipnotizada - soy un gran actor.
Lo pensé por un momento. ¿Qué puede salir mal? Después de todo nada es de verdad.
-Esta bien, se un gran actor.
Debram no dijo nada, solo llevo mi mano hacia la altura de tu su boca, y sin quitar su mirada de la mía dijo:
-Haré que no me olvides nunca más, Gema.
Sus labios se posaron gentilmente sobre el dorso de mi mano y plantaron un beso en él. No lo iba a negar, ya no podía, un cosquilleo se hizo presente en mi estomago y posiblemente me estaría viendo enrojecer.
Continuamos caminando tomando de las manos, hasta cuando subimos al auto. Durante el trayecto conversamos un poco sobre diversos lugares a los que podríamos ir después de cenar solo si yo quisiera.
Me sentía una idiota por solo asentir y sonreír por todo el camino. Me sentía aprisionada con él, y por raro que fuera me había comenzado a gustar. Ya no tenia la necesidad de establecer un limité y alejarme de él.
Al llegar al restaurante me ofreció su brazo que claramente tome. Uno de los mozos nos guió hacia un tipo de habitación, todo decorado de forma romántica.
Mire a Debram y él sonrió. Podría jurar que era como una demostración de amor. El pelinegro me ayudó a sentarme y luego procedió hacerlo también, en una silla frente a mí.
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¿Viva, muerta o atrapada?
Ficção AdolescenteSí, él está devuelta, pero... ¿todo seguirá igual? Segundo libro de La esposa joven.