DEBRAM
-¡¿Dónde esta ella?!
La sirvienta personal de Ariana se limitó solo a señalar mi despacho con la mano temblorosa.
Me dirigí hacia el despacho a grandes zancadas, puedo jurar que por poco dejaba mis huellas en el piso.
Tras abrir las grande puertas mi enfado incremento al ver el lugar lleno de documentos con una Ariana llenando ¿un qué? ¿Un formulario?
-¡Cariño llegaste! - chilló para levantarse de un brinco de la silla giratoria.
-¡¿Qué mierda hiciste Ariana?! - golpee el escritorio.
-Yo solo... quería ayudar cariño - se excuso cabizbaja.
-Siempre te dije que no toques ninguno de mis negocios ¿eres idiota o que? - ella se acerco y me abofeteo - ¡¿No eres más que una maldita perra?!
-¡Soy tu futura esposa quieras o no!
El ambiente tenso y la adrenalina corriendo por mis venas me impulsaron a sacar mi arma.
-Yo también estoy preparada - sonrío para sacar su arma al instante.
Sonreí.
El celular sonó a la vez que los hombres de papá ingresaron al despacho y me sujetaron.
Ariana contestó la llamada y solo dijo:
-De acuerdo Damián, con gusto acompañaré a mi querido prometido - sus ojos se posaron en los míos cuando colgó la llamada.
-¿Crees que eres más lista que yo?
-Por supuesto que no Debram, solo sigo las órdenes de tu padre - se encogió de hombros.
-Olvídate del compromiso Ariana, esto se acabo.
-¡No!
Me safe del agarre de los hombres de papá y salí del despacho echo furia. Me dirigí hacia mi habitación para tomar un baño, ya que aun con todo el problema que había pasado necesitaba estar presentable para la fiesta de hoy.
Entonces estaba nuevamente ahí, con una gran familiaridad en el pecho que me pedía a gritos ir a la cabaña. ¿Por qué? No lo sabía, solo podía llegar a la conclusión de que a este paso me iba a volver loco.
(...)
-Saca a esas ratas del casino - ordené - que no se les escapé ninguno.
-Si señor.
Colgué la llamada y espere en el auto.
Cuando uno de mis hombres me dio la señal baje junto a mi prometida tomándome del brazo.
-Espero hayas hecho bien tu trabajo Ari - le susurre al oído.
-Confía en mí cariño - sonrío.
Cuando cruzamos las amplias puertas del casino los empleados aplaudieron para darme el recibimiento correspondiente. Debo admitir que es necesario hacer muchas remodelaciones al casino, incluso podría ampliarlo o convertirlo más en un tipo de club. Tenemos grandes socios invirtiendo aquí, además un espacio más grande ayudaría al transporte de drogas y joyas.
Mientras la noche avanzaba el lugar más se llenaba de grandes figuras como El italiano, pantera, Schmidt, entre otros.
-Buenas noches señor Russo.
Gire sobre mis talones para saludar a dos de mis mejores invitados.
-¿Cómo les ha ido señor y señora Miller? - sonreí.
-De maravilla Russo - respondió el señor.
-Me alegro mucho...
-Señor - me interrumpieron.
Me despedí de los señores Miller para acercarme a Nick quien después de haberse desaparecido durante el día llegaba como si nada.
-¿Dónde andabas Nick? Necesitaba que te encargaras de todo aquí.
-Lo siento señor, estaba con la señorita a la que había atropellado en la tarde - se encogió de hombros.
¿Acaso le pedí que fuera su niñera?
-Nick solo te di una orden ¿o es que te enamoraste de esa... mujercita? - estaba sorprendido Nick jamas solía desaparecer de esa forma sin consultarme antes.
-Claro que no señor, ella solo necesita un poco de orientación es todo.
Rodee los ojos.
-La edad te está ablandado Nick.
Él negó con la cabeza.
-Por cierto señor, ya sabemos quien de los empleados fue quien comenzó a traer prostitutas al casino - dicho eso me enseñó la fotografía de un hombre rubio.
-¿Dónde esta?
-Justo ahí - señaló la barra de tragos - el hombre que esta al lado de un chica de vestido azul.
-Prepara el auto para que se lo lleven Nick.
-Como usted ordene señor.
Me abrí espacio entre la multitud de invitados que apostaban, bebían, fumaban y gozaban de la fiesta para llegar hasta el rubio que parecía estar en una discusión con la chica de vestido azul.
-Buenas noches.
-¿Y tu quien eres? - dijo el Rubio mirándome con desprecio.
-Deberías hablar con modales, sobre todo a tus superiores - lo tome de la camisa y lo obligue a ponerse de pie.
-¡¿Qué carajos te pasa?!
-¿Y tu que haces aquí? - mi atención se dirigió a aquella chica de vestido azul quien me observaba con el ceño fruncido.
Tenía que admitir me había costado reconocerla.
-El poder del dinero - di un pequeño silbido mientras mis ojos hacían un rápido recorrido de pies a cabeza.
-¿Acaso lo conoces? - pregunto el Rubio - Ahora entiendo, es uno de tus amantes ¿no?.
-¡No! - exclamó la chica.
-Deberías cerrar la maldita boca rubio - espete - por tu estúpida culpa fue que el casino ganó mala fama.
-¿Y eso a ti que?
-¡Cállate! - le lance un golpe en la mejilla haciéndolo caer al piso.
-¡Andrew! - grito la mujer para agacharse a ayudar al rubio quien la terminó empujando - mejor controla a tu estúpido perro.
Este hombre estaba cavando su propia tumba.
-¿Qué no entiendes que esa estúpida no tiene nada que ver conmigo? - lo tome nuevamente de la camisa obligándolo a levantarse.
-¡No por favor! - suplico la mujer.
Por que siento que ya he escuchado antes eso.
-Por favor... - insistió.
-Oye tú, no te temas en esto sino saldrás herida y esta vez no será por mi auto - ella me estaba alterando aun más. Era momento de cortar todo esto de una sola vez.
Le di una señal a uno de los guardias para que lleve al Rubio con mi hombres.
-¡An.. - tome su brazo y con mi mano libre cubrí su boca.
-No hagas un escándalo - dije mirándola fijamente a los ojos.
No se si era el momento o solo el hecho de estar frente a frente con esta mujer que apenas conozco que hizo que mi corazón comience a latir rápidamente.
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¿Viva, muerta o atrapada?
Fiksi RemajaSí, él está devuelta, pero... ¿todo seguirá igual? Segundo libro de La esposa joven.