Bostezando del largo sueño que tuve abrí los ojos con lentitud, intentando recordar que hacia en un avión ¡Es verdad!
Gire la cabeza con rapidez, encontrándome a Debram durmiendo sobre mi hombro, estando de esa forma, cualquier persona pensaría que es una persona tranquila, de alma limpia.
Aunque un titulo como ese, dudo mucho que sea de su agrado. Las personas como él sólo esperan palabras desagradables para sentirse halagados. Por supuesto que si.
-¿En que piensas? - que hablara de la nada causó que de un pequeño salto en mi asiento del susto.
-¡Eres un idiota! ¡Me asustaste!
Él solo río.
-¡No es gracioso!
-Ya Gema, tranquila.
Rodé los ojos.
-¿Tienes hambre?
-¡No! - exclamé, pero mis tripas me traicionaron al rugir.
-No creo que tu estomago piense lo mismo querida.
Y con solo chasquear los dedos sus fieles hombres llegaron hacia nuestros asientos.
-¿Que te apetece?
-No creo que tengan lo que se me antoja.
Rio fuertemente.
-¿Qué te apetece? - repitió
-Pizza, exclusivamente de mi pizzería favorita - dije encogiéndome de hombros.
-Ya oyeron a la señora Russo, y traigan algo de vino que tengo que celebrar que Gema esta conmigo.
No pude evitar sonrojarme cuando sentí la mirada de los hombres de negro sobre mí. En unos segundos apareció la aeromoza con dos copas de vino. Tomando una la bebí de golpe para disimular mi enrojecimiento. Cuando se alejaron todos regañe a mi esposo de mentira.
-No puedes andar diciendo eso así por así.
-Acostúmbrate.
-No tengo porque, solo seré tu esposa por unas horas.
Debram se acerco con lentitud a mi, hasta el punto de quedar a pocos centímetros de mi rostro.
-Pronto no querrás dejar de ser mi esposa - su sonrisa se ensanchaba a medida en que el color de sus ojos cambiaban a una tonalidad más oscura, ¿acaso eran ideas mías o realmente era real?
-No veo la necesidad de que te acerques tanto a mi para decir las primeras tonterías que se te vienen a la mente.
-¿Te molesta?
No, en lo absoluto.
-Sí.
-Mientes - era obvio que si, pero es algo que no podía aceptar ni siquiera yo misma. - Se que tengo pongo nerviosa.
-Por supuesto que no.
-Lleve un amplio curso de lenguaje corporal, créeme que aunque tu boca diga que no, las señales de tu cuerpo me dicen que si.
¡Dios mío!
Debram llevo una mano hacia mi mejilla, acariciando con el pulgar mi labio inferior, enviando electricidad a recorrer todo mi cuerpo.
-¿Que es lo que deseas Gema? - pregunto en un susurro - puedo hacer realidad todo lo que me pidas.
Esto era como enloquecer, mis piernas flaqueaban, mi corazón latía con mucha fuerza, y algo en mi interior esperaba que él no necesitara de mis palabras para entender lo que deseaba.
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¿Viva, muerta o atrapada?
Teen FictionSí, él está devuelta, pero... ¿todo seguirá igual? Segundo libro de La esposa joven.