-¡Necesitamos apoyo! ¡plan rojo en marcha! - gritaban los hombres del pelinegro, mientras que tomaban unas varas que encendían luces. - ¡Repito! ¡Plan rojo en marcha!
-¡¿Dónde esta hamster?! -Grito el que se encontraba al lado de Nick.
-¡Ya esta en camino!
Todo se sentía como en una película de horror. Y lamentablemente era una de las víctimas junto al hombre que me había tendido la mano en más de una oportunidad.
Me había encariñado con Nick o porque tenia la necesidad de abrazarlo y pedirle que no me deje sola.
Es como si lo conociera desde hace mucho.
-Señorita... - murmuró Nick mirándome fijamente.
-No creo que debas hablar Nick - mi voz temblaba.
-Ha llegado mi fin lo sé muy bien - tosió.
-No digas eso Nick, por favor.
-No te preocupes, estoy preparado para esto - sonrío.
¿Cómo es que aun estando al borde de la muerte no le teme dejar este mundo?
-¿Le puedo pedir un pequeño favor?
Asentí.
-Necesito que le digas al señor Debram que... - volvió a toser- que preste atención a cada detalle.
Su piel palidecia,
-Yo se lo diré, pero por favor - tome su mano -no puedes morir.
Las lágrimas caían sin parar mientras que aquel desconocido hombre fuerte, que me había salvado una vez más no dejaba de botar sangre por la boca.
-No te ocultes Gema - comenzaba a hiperventilar - todo será claro cuando... - tosió - dejes de huir.
Los ojos de Nick iban cerrándose poco a poco y mi corazón se alteraba aun más.
-Nick... ¡Nick! ¡despierta! - grite desesperada - ¡por favor!
-¡Nick se nos va! ¡¿Dónde carajos está hamster?!
-¡Ahí viene! - dijeron los hombres de afuera.
Ambos agitaban las varas que traían en las manos indicando el lugar exacto donde estábamos pues un helicóptero había llegado.
Un hombre con una enorme bata junto a un gran maletín bajo de aquel helicóptero y comenzó a revisar a Nick.
-¡Necesito llevarlo conmigo! Esta en un estado crítico, han dañado uno de sus órganos internos - informó mientras examinaba la herida que causó la bala que lo atacó.
-Lo va a salvar ¿verdad? - tenia la esperanza de que así fuera, pero la cara del tal Hamster era neutra.
-Iremos contigo hamster, pero debes salvarlo.
-Los veo allá. ¡Apresurense! Nick tiene los minutos contados.
Dios mío.
-¡En marcha! - grito el hombre que estaba al lado de Nick, ambos hombres que se encontraban hasta hace unos instantes con las varas ingresaron al auto.
-Agarra fuerte a Nick.
-¡Apúrate!
Y tras escuchar ese grito el auto arranco de la forma más brusca logrando que me estrelle en la ventana.
-Lo siento señorita.
Negué con la cabeza. Lo que importaba ahora era Nick.
-¿Dónde esta el pelinegro? - pregunte curiosa.
¡Mierda! No era momento y andaba con mi bocota soltando algo estúpido.
-El señor Russo tiene cosas que atender.
Vaya hombre, ya sabía yo que no podía tener ni siquiera un poco de piedad.
Como pueden existir personas así, mal agradecidos que no son capaces de aunque sea tener un poco de lastima por aquellos que los rodean. Pero claro, una persona como el pelinegro es más de los que solo les importa ellos mismos y nadie más.
Y yo pensando que si tenia corazón cuando se enfrento a aquel viejo que me "compro". Quizás era solo un teatrito.
Tal vez es igual que Andrew.
(...)
La angustia me envolvía, devorándome lentamente, mientras mi mente se atormentaba con la incertidumbre de lo que sucedía en aquella habitación donde Nick luchaba entre la vida y la muerte. La prolongada ausencia de su adorado jefe añadía un peso adicional a esta terrible angustia que me estaba asfixiando.
La sorprendente insensibilidad del pelinegro se manifestaba cruelmente en cada segundo que pasaba, como si el tiempo fuera insignificante frente a la preocupación por el bienestar de Nick. No había señales, ni siquiera una llamada que expresara alguna preocupación por el estado de quien había dado su vida a cambio de la suya.
Desesperada, me asomé por la ventana, como si de alguna manera esa acción pudiera invocar su presencia o al menos aliviar mi ansiedad. Era un sentimiento confuso, casi estúpido, pero no podía escapar de la urgencia de querer verlo ahí.
¿Por qué me sentía así?
El tiempo transcurría con una lentitud abrumadora, casi una hora de espera después finalmente, él llegó,
-¡¿Dónde diablos esta Nick?! - era él.
Sus ojos coincidieron con los míos y un escalofrío recorrió mi cuerpo.
-Están operandolo señor.
-Mierda.
-¿Te preocupa?
¡No seas imprudente Gema! ¡te va a matar!
-¿En serio lo preguntas? - arqueo una ceja. -¡¿En verdad estas preguntando eso?!
-Como no hacerlo, después de que desaparecieras cuando más te necesitaba - por más que intente detener mis palabras simplemente no podía.
-Eres una...
-Debram... - interrumpió el chico que estaba operando a Nick.
-¿Qué pasa?
La tensión en el lugar incrementaba, sintiéndose un castigo.
-No lo logró.
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¿Viva, muerta o atrapada?
Ficção AdolescenteSí, él está devuelta, pero... ¿todo seguirá igual? Segundo libro de La esposa joven.