-No, claro que no Gema.
-Entonces Ashton, no le veo el problema.
El castaño negó repetidas veces con la cabeza antes de marcharse sin despedirse.
¿Qué le pasaba? Él no era de las personas que suele juzgar a alguien por su apariencia. Aunque claro, un hombre como Debram hace pensar o intuir que clase de persona es con tan solo verlo.
Hasta a mi me causa escalofríos, pero no tengo más opciones que cumplir con lo que pide. Me siento en una clase de deuda por la muerte de Nick.
-¡Un gatito! - chilló Melody logrando que brinque sobre mi asiento por el susto que me dio.
-¡Por lo menos has un poco de ruido!
Ignoro mi regaño y se dedico a acariciaba el pelaje de noche, que no dejaba de ronronear.
-¿Te lo regalo Ashton?
-No, de echo es el gato de mi nuevo jefe - informe.
-¿Qué?
-Que tengo trabajo Melody.
Un trabajo en el que quizás me cueste hasta la vida.
(...)
Ana a penas y me dictaba lo que tenia que hacer, mientras más tiempo permanecía a su lado sus intensos mareos aumentaban. Y en menos de una hora se la pasaba sentada tomando pastillas, decía que no era nada y me pedía estar sola. Todo indicaba a que no le agradaba mucho la idea de que tenga que compartir el trabajo conmigo. Quizás piensa que le quitaré el puesto y ella tendrá que quedar en la calle, ¿pero como le explico que estoy aquí por una deuda?
-¿Y esta quien es? - pregunto una de las empleadas.
-Es la nueva - explico Ana antes de dejarnos solas en la cocina.
Cuando intente seguirle el paso, aquella chica que preguntó por mí me impidió el pase.
-¿Cuál es tu intención?
-¿Qué?
-¿Qué, qué mierda haces tú aquí? - sus dedos me empujaron los hombros hasta que casi pierda el equilibrio.
-¿Y a ti que rayos te importa?
-Te recomendaría que te vayas de aquí
¿Acaso era una amenaza?
-¿Y si no quiero? - pregunte mientras me acercaba a ella, quedando cara a cara.
-La señorita Ariana hará de todo para que te corran de aquí. Lo mismo paso con la anterior - río.
Fruncí el ceño.
-Ella se encarga de cada mujer que trae el señor Debram. Las acaba sin piedad - sonrío mientras jugueteaba con un mechón de su cabello.
-Para acabar conmigo hace falta mucho más que no tener piedad - dicho eso golpe su hombro con el mío y salí de la cocina ignorando las palabrotas que decía a mis espaldas.
¿Pues quien se cree esa idiota? ¿Qué le tengo miedo?
Caminé por todo el amplio lugar buscando a Ana, pero no tuve éxito. ¿Dónde rayos se metía? ¿Acaso era bruja? ¿O como es que se esconde muy bien?
-Buen día Gema.
Gire sobre mi eje, encontrándome al pelinegro con una amplia sonrisa, que más de alegría parecía de burla.
-¿Qué?
-Nada.
-¿Qué es lo que te divierte?
-Nada. - repitió mientras negaba con la cabeza.
-¿Te da vergüenza decirlo?
Río.
-A mi no, pero quizás a ti si te daría vergüenza oírlo.
Idiota.
Decidí ignorarlo y seguir en mi búsqueda de Ana, pero antes de dar mi siguiente paso Debram me tomo por el brazo haciéndome girar hasta que quede muy cerca a él.
-¿Qué necesitas?
-Que no me ignores.
-Entonces no digas cosas sin sentido.
-Pero si aún no había dicho nada.
Dios mío, ¿como debo tratar a este hombre sin que me mate?
La oscuridad en sus ojos se iban intensificando y su rostro se acercaba con lentitud a la mía.
-¡Ya sueltame! - grite empujándolo. -No se que es lo que pasa por tu mente, pero te dejo en claro que me respetes.
-¿Qué pasa? ¿Te da miedo?
-No, me da asco las personas que son como tú. Infieles, abominables, que matan sin piedad, ¿Quieres que siga?
Su mano casi me rompía el brazo, mientras su mandíbula se tensaba con forme mis palabras eran cada vez peores.
-¿Por cuanto tiempo querrás que trabajé para ti?
-Hasta que yo lo decida.
-¡Dime cuanto tiempo!
-¿Por qué?
-Para ir buscando un trabajo.
-¿Para qué? Te pagaré bien.
-Pero cuando me vaya necesitaré como mantenerme.
Asintió.
Rebuscando en sus bolsillos saco un fajo de billetes los cuales me entregó.
-Es-Espera ¿que es esto?
En toda lo que recordaba de mi vida, había tenido tanto dinero en mis manos. Con esto podría vivir por todo un año.
-La paga por tu primer día aquí - y sin más se fue.
Dios mío.
Ahora entiendo porque tiene tantos trabajadores a los que no les importa arriesgar su vida por él.
-¿Qué haces ahí? - otra vez la chica de hace rato.
Guarde el dinero en cuanto sus ojos se plantaron en él.
-¿Qué pasa ahora? - pregunté cruzándome de brazos.
-La señorita Ariana dice que le lleves un té de jazmín... - son una amplia sonrisa termino su oración a la que le quiso poner suspenso - a su habitación.
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¿Viva, muerta o atrapada?
Teen FictionSí, él está devuelta, pero... ¿todo seguirá igual? Segundo libro de La esposa joven.