No se cuanto tiempo me perdí en la profundidad de sus ojos, pero puedo asegurar que se sintió más que la propia eternidad.
-No digas más incoherencias y déjame ir.
-No - dijo con firmeza a la vez que posaba su frente en la mía.
-No aceptaré tu propuesta, así que no tienes más razón para retenerme - esta cercanía me esta alterando o quizás, algo más.
-¿Estás segura de tu elección?
-Sí.
Sus labios hicieron una fina línea acompañada de unas cejas fruncidas, dejando en claro su enojo y derrota.
-Bien.
Cuando el pelinegro se aparto de mí sentí un gran alivio. Gire sobre mi eje y abrí la puerta del departamento.
-Hasta nunca.
-Hasta pronto - dijo con sarcasmo.
Idiota.
Es el típico "todas están a mis pies", que ego el suyo. Con esa personalidad dudo mucho que siquiera tenga amigos.
Cerré la puerta tras de mí con un gran golpe. Que insoportable persona.
¡Me provoca asco!
-Cálmate Gema - murmuré.
Tengo que dejar de pensar en puros idiotas y enfocarme en conseguir trabajo donde sea y como sea. Necesito el dinero ¡ya!
Caminé por el corto pasillo, deteniéndome en el ascensor el cual abrió sus puertas dejándome ver a aquella mujer del casino.
Nuestras miradas coincidieron y la incomodidad se formó. Ella decidió dar el primer paso saliendo del ascensor, mientras que yo ingresaba a él.
Ella junto al pelinegro parecen salidos del mismo infierno. Me pregunto si ambos tendrán los mismos pensamientos y...
Sacudí la cabeza para concentrarme en mi propósito del día. ¡El trabajo!
Que difícil es encontrar un trabajo en estos tiempos, pero tendré que hacer el intento.
(...)
-¡¿De verdad?!
Luego de haber buscado por horas logré encontrar un trabajo en un almacén de ropa cerca del centro de la ciudad. La paga no es mucho, pero confío en que me den un adelanto del sueldo.
-Si.
Sonreí de oreja a oreja aliviada.
-¿Por donde empiezo?
-Pues debes ir al quinto piso y llevar las bolsas blancas con etiqueta de la tienda, esas se van a distribuir a una de las tiendas del centro de diversiones - explico la distribuidora general del almacén a la vez que hacia unos apuntes en un cuaderno.
-Bien.
Y sin más fui corriendo al ascensor, estaba con tanta alegría que podría hacer todas las entregas yo sola en la misma noche.
El celular vibró llegando un mensaje de Ashton.
Sonreí y presione el botón de llamada.
-¿Gema? - dijo desde la otra línea.
-¡Conseguí trabajo! - grite de la emoción.
-¡Felicidades revoltosa!
Podría jurar que Ashton sonreír tanto como yo.
-Te veo en tu casa con un poco de comida, mamá me pidió que te la lleve.
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¿Viva, muerta o atrapada?
Novela JuvenilSí, él está devuelta, pero... ¿todo seguirá igual? Segundo libro de La esposa joven.