-¿Qué?
Increíblemente sorprendente.
-Ya no hay impedimento entre tu y yo - agrego con una sonrisa traviesa.
-No te pintes ilusiones.
¿Pues quien se cree? Esta bien que se haya vuelto soltero, pero no podría verme envuelta con un hombre como él. Tendría que estar loca para hacerlo.
-Entonces....¿A donde vamos?
-Tengo que hacer un pequeño negocio en Londres - explico encogiéndose de hombros.
-¿Y yo por qué tengo que ir?
-Serás mi asistente.
Reí.
-Ya... ¿y me vas aumentar el sueldo? - pregunte con sarcasmo apenas creyendo lo que estaba diciendo.
-Sí lo pides, claro que sí - respondió con firmeza.
Casi, casi, abría la boca de asombro. ¿Hablaba enserio?
Estaba claro que era un mafioso y que tenia mucho dinero a su disposición, pero no hay razón para gastarlo a lo loco ¿no?
-Pero... - fui interrumpida por el que conducía el auto del pelinegro.
-Llegamos al aeropuerto señor.
Tomándome de la muñeca me hizo bajar junto a él, aunque con torpeza por la incomodidad. Pero él no parecía notarlo, al contrario, se sentía como si lo disfrutara.
Caminamos a su ritmo, y sin nada de revisión pasamos directo a subir al avión.
Con su respuesta de hasta hace un momento, que hayamos pasado como si nada, ya ni siquiera me sorprendía que haga lo que quiere sin que nadie le suelte un regaño o reclamo.
El celular vibró mientras me abrochaba el cinturón. Era Ashton.
-¿Él otra vez? - pregunto casi irritado.
-Pues es mi novio, obviamente me va a llamar.
-No mientras este yo presente - tomo mi celular y lo apagó.
-¡Óyeme no!
Debram me tomo de la mano y cambio de tema.
-Prepárate que en unos minutos vamos a despegar.
Abrí la boca para protestar a lo que él sólo apretó mi mano. Me rendí. Este día lo tenía perdido con la terquedad del pelinegro.
¿Qué tanto es lo que espera de mi como para llevarme de viaje con él?
Es absurdo.
Por más vueltas que le de al asunto se me hacia muy... no sé ¡Ni yo misma podía darle un significado a esto!
¿Quién realmente es Debram Russo?
-No te muerdas - me regañó, haciendo que de un pequeño brinco del susto.
No me había dado cuenta, pero estaba a punto de morder mi dedo pulgar, en el que Debram planto un pequeño beso.
-Lo siento - murmuro.
Quizás, por más que lo intente, jamás descubriría quien es en realidad este hombre.
-Dime Gema, ¿aceptarías ser mi esposa?
Mi corazón se acelero y mis ojos se abrieron del asombro.
-¿Qué?
Él sonrió.
Negue con la cabeza.
-Por supuesto que no.
-Tómalo como un trabajo extra - dijo colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
-¿Por qué? ¿Buscas un reemplazo para la señorita Ariana?
Suspiró.
-Los señores con los que me reuniré organizaran una fiesta, para mi y mi esposa.
-¿Y me pretendes utilizar para eso?
-Si quieres tomarlo así...
-¡Eres un idiota!
Levante la mano para darle un golpe que como era de esperarse, él detuvo.
-¿Entonces Gema? - pregunto acercándose lentamente hacia mí, tomando mi barbilla con firmeza
La cercanía de su rostro al mío me hacía sentir su aliento cálido en mi piel, y el aroma de su perfume llenaba mis sentidos, envolviéndome en una sensación familiar que no podía identificar. Aunque no lo recordaba conscientemente, era como si mi cuerpo lo reconociera, provocando una mezcla de emociones que amenazaban con hacerme explotar en cualquier momento.
¿Qué significaba todo esto? ¿Por qué con desesperación algo en mi deseaba algo más que esta a proximidad de su ser?
Estas preguntas inundaban mi mente mientras su mirada penetrante se encontraba con la mía. Había algo en la forma en que me miraba, en la intensidad de sus ojos, que despertaba una chispa dentro de mí, una chispa que había estado latente, la cual sentía que existía desde hace mucho tiempo.
La racionalidad luchaba contra la avalancha de emociones que amenazaban con desbordarse. ¿Cómo podía sentirme así ante alguien que apenas conocía? ¿Por qué mi corazón latía tan fuerte en su presencia, como si estuviera tratando de comunicarme algo que mi mente se negaba a aceptar?
-¿Qué quieres a cambio para que aceptes ser mi esposa por una noche, señorita Gema Campbell ?
No podía perder la cordura, tenia que ser consiente de mi alrededor y no verme envuelta en más líos.
-Mi libertad.
Re lamio sus labios y se separo de mí sin nada que decir.
Me removí en el asiento, inquieta por lo sucedido, hasta que la aeromoza anuncio el despegue del avión en un aproximado de cinco minutos.
Abrochándome el cinturón de seguridad, Debram tomo mi mano.
-¡¿Qué haces?!
Aunque me esforcé mis intentos fueron en vano.
-Quieta Gema.
Cuando deje de luchar Debram coloco un anillo en mi dedo anular.
-Trato hecho, señora Russo.
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¿Viva, muerta o atrapada?
Fiksi RemajaSí, él está devuelta, pero... ¿todo seguirá igual? Segundo libro de La esposa joven.