Me remuevo en la cama buscando tocar su cuerpo, hay mucha luz pero casi no puedo abrir los ojos. Oigo un ronroneo y al abrir los ojos me encuentro con Vainilla mirándome fijo, y justo detrás de ella, otro gato de color más oscuro, es marrón. Ambos animales me miran fijo. Estiré mi mano y acaricié la cabecita de vainilla, aún recuerdo cuando la ví en la veterinaria y supe que era una gatita para July, también cuando tuvo bebés y hacían desastres en la casa. Eso me trae un recuerdo instantáneo de cuando vivimos juntos y éramos felices.
Julieta no está en la habitación ni en el baño, así que salgo al pasillo y camino a la sala con solo mis bóxers puestos, el aroma a café se siente espectacular, pero tampoco está en ningún lado, ni en el balcón, ni en el living. Directamente no está en el departamento y me quedo desconcertado. Cuando miro con más detenimiento, noto que hay jugo recién exprimido, es decir que estuvo hace poco, y son pasadas las 10 de la mañana. Los gatos me siguen y comienzan a restregarse en mis piernas.
Vuelvo a la habitación, voy juntando mi ropa y vistiendo, y cuando miro al costado de la cama veo tirada en el suelo la pequeña tanga de encaje color bordó que traía Julieta anoche. Inmediatamente la tomo en mis manos y me la llevo a la nariz, cierro mis ojos y me pierdo en mi fascinación. Hay cosas que nunca se curan, y esta es una de esas, me la guardo en el bolsillo para más tarde y entro al baño para asearme. Busco un cepillo de dientes en el cajón y voy mirando detalle a detalle cada cosa que ella tiene. Mi sentido de observación con los años se ha agudizado.
Al salir del baño, no puedo resistirme a curiosear, recorro cada rincón de su habitación y abro algún que otro cajón, veo su ropa interior y sus cosas personales, abro la puerta del armario y me encuentro con muchas fotografías pegadas ahí. Incluso una nuestra de hace muchos años, éramos tan chicos. Estiro un poco la cama para no dejarla tan desarmada y tengo la última curiosidad del día, abrir el cajón de su mesa de noche, y descubro condones. Me quedo más tranquilo de saber que se cuida con quién sea el hijo de puta que se acostaba. Porque anoche no usamos protección, fue todo tan rápido y salvaje que no pensé en nada más. Después de todo jamás nos cuidamos estando juntos, y creo que ambos mantenemos ese criterio de usar condón con otros.
Cuando considero que ya he invadido lo suficiente su privacidad, me voy para la cocina. Reviso mi teléfono y me encuentro con mensajes y llamadas de varias personas, pero aún más de Karen. Suspiro frustrado, me quedo hipnotizado en la pantalla y pienso cómo prosigue esta cagada que me mandé. Tomo asiento en el sofá y le envío un WhatsApp a Julieta preguntando en dónde está o si va a volver, que aún sigo aquí. Y cuando termino de escribir y lo envío, siento la vibración del teléfono en la cocina, me acerco a prisa y ahí está, sobre la heladera.
«¿Dónde pudo haber ido sin llevar teléfono? ¿La raptaron los extraterrestres?» pienso. Cuando voy a volver al sofá para continuar con la espera, el teléfono comienza a vibrar y es con una llamada. Obviamente me acerco a ver quién es y cuando el nombre de Lío aparece en la pantalla me invade la ira. Quiero contestar pero no quiero que Julieta se moleste conmigo por tocar su teléfono, y por supuesto gana la primera, me aclaro la garganta y deslizo el botón verde para contestar.
—Hola —saludo de mala manera.
—¿Tobías? —pregunta al otro lado, confundido.
—Ethan —aclaro, tobías tiene la voz un poco más amariconada pienso para mí mismo.
—¿Qué haces contestando su teléfono? —inquiere.
—Porque estoy justo aquí y él teléfono sonaba —explico y me sujeto el puente de la nariz para contener la bronca de que alguien me cuestione algo acerca de Julieta, ¡es MÍ Julieta!—. Lo que yo no entiendo es qué mierda haces llamándola, mi advertencia no ha quedado clara al parecer.