Capítulo №17

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26 de diciembre. Me desperté desanimado, con ganas de quedarme todo el día en la cama viendo al techo, pero no me lo puedo permitir, esa es la antesala para deprimirse. Me cambié con mi traje azul marino y zapatos y cinto color suela, camisa color celeste claro y no me puse corbata, es día de oficina pero deseo estar lo más cómodo posible. Me peiné la melena de arriba y la acomodé hacia un costado, no necesito afeitarme aún, me pongo perfume y me quedo viendo por un buen rato en el espejo de baño.

Hoy es un día en que no me quiero a mí mismo.

Voy a la cocina y me sirvo una taza de café, y mientras la bebo miro por la ventana que está sobre la mesada, admiro el campo a la mañana, extrañaba mucho estas vistas. No tengo hambre, así que tomo un poco de agua junto con mis medicamentos y salgo. Procuro no olvidar mis papeles, agendas, lentes, cartera y llaves. Pronto voy a necesitar una valija para llevar todo. Al salir catán me recibe con un gran salto a la cintura y debo espantarlo para que no me ensucie la ropa, le regalo una caricia en la cabeza y no para de moverme la cola.

—Eres el único que me quiere aquí —le digo como si pudiera oírme y voy directo al coche.

Al subir me tomo el tiempo de acomodar cada cosa en su lugar, de colocarme el cinturón y los lentes de sol, y obviamente encender la música, sonrío al oír "Just Like Heaven" de The Cure. Al salir de la casa e ir por el barrio con las ventanillas bajas, vuelvo a sentir ese aroma a eucalipto y flores silvestres de la zona, se siente tan bien. Mi trayecto es el mismo de todos los días, hasta entrar a la jungla de cemento llamado microcentro.

Hoy hay lugar para estacionar sobre la avenida, y lo prefiero por una cuestión de tiempo, a veces el estacionamiento se tarda mucho en entrar y salir, y eso me fastidia. Bajo del auto y tras hacer malabares con todas mis cosas, me dispongo a cruzar la larga vereda hasta el edificio, miro a mis costados por la cantidad de personas que pasan, y cuando la distingo entre toda la gente me detengo,  siento algo frío en mi espalda, y luego me recorre un escalofrío por el cuerpo.

Camina como si levitara, se la ve radiante, con su largo cabello moviéndose al ritmo del viento, sonriente con sus labios rojos y asesinos. No me ve hasta unos segundos después, cuando su mirada se clava en la mía y comienzo a sentir miedo. Se me seca la garganta y comienzo a sudar, es pánico, me asusto como si un niño pequeño viese al cuco. Nos separan unos 10 metros, pero aún así, mi memoria olfativa hace que el olor a sangre se sienta fresco.

Ver a Megan es ver a mi madre muerta.

Se me revuelve el estómago y me apresuro a entrar al edificio, corriendo de su fantasma. No saludo a nadie, no veo nada, como un caballo que solo puede mirar al frente camino a prisa y busco esconderme, me giro cada tanto con miedo de que me persiga, con terror de que ponga sus frías manos sobre mí. Hasta que estoy en el ascensor y me apoyo en la pared, buscando recobrar la respiración y la arritmia que me dió. Al final, la caja metálica odiosa que me genera sofoco, ahora es mi refugio del fantasma, todos me miran como si fuese un mono en exhibición, o quizá debo verme gracioso por ir cargado como un ekeko.

Al salir me falta correr para llegar a mi oficina, a penas saludo a mi secretaria y entro a dejar mis cosas, tomar agua y tirarme en el sillón. «Ya sabe que estoy aquí» pensé, volverá a molestarme. De solo pensar en ella se entrecruzan dos imágenes iguales, pero ambas con bañeras. No quiero revivir el pasado, no quiero recordar, lo detesto, me da asco y miedo, pero mire dónde mire, la mente hace un retroceso del que quiero escapar.

Mi mañana se fue volando, mucho trabajo fino, diferente a hacer planos, un poco más sutil pero no menos estresante, y ahora lo entiendo a mi padre y su cansancio. Cuando pienso en todo lo que de mí depende, me agarra desesperación de fallar aunque esté sobrecalificado para este puesto. Por suerte dejé de pensar en Megan, esa sensación nauseabunda se fue poco a poco, me bebí un café y cuando estaba más inmerso en mis hojas y lápices, la puerta fue golpeada.

Perpetuo Caos #4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora