Capítulo №8

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—¡Vamos Connolly! ¡Estás oxidado! —gritan y me fatigo más por reír.

Jugar al fútbol no es de mis deportes favoritos, y por ende, soy un poco más lento con la pelota, pero aún así es el único que practican todos mis amigos y no quiero ser la excepción. Lo único que me doy cuenta es que me canso menos, estoy bien de peso, dejé de fumar hace años, y mantengo una vida sana, eso ayuda.

—¡No puedo meter un gol ni de casualidad! —me quejo y todos comienzan a reírse.

Me detengo a recuperar el aliento y voy por agua, mi equipo pierde conmigo, pero lo importante es pasar un buen rato. Cuando gracias a Dios el partido termina, nos sentamos a tomar algo, ya casi son las 7 de la tarde y yo hasta después de las 8:30pm no puedo beber, pero estoy harto de seguir todo al pie de la letra.

—¿Me pides una cerveza? —le pido a Phil y me mira con curiosidad.

—¿Seguro? ¿no tomaste la medicación?

—Sí, pero no creo que me haga nada.

En realidad sí es contraproducente, pero más que embriagarme no me pasa, es como que la combinación del medicamento con el alcohol, empeora al segundo. Es domingo, pero mañana es feriado y nadie debe trabajar.

—¡Por los amigos! —brinda Tobías y todos chocamos los chops de cerveza.

Hay varias amistades, no sólo nuestro grupo de amigos. Matt está sentado algo lejos, pero cada tanto cruza su mirada con la mía, está equivocado si piensa que lo voy a juzgar, que no me agrade lo que hace es una cosa, pero meterme en vida ajena, eso jamás. Son adultos y pueden resolver sus propios problemas, demasiados tuve yo en mi vida para amargarme por otros, lo único que puedo dar es apoyo.

—¡No lo puedo creer! —escucho una voz femenina y familiar a un costado, cuando levanto mi vista y todos mis amigos de la mesa voltean, me encuentro a Sarah. Por lo menos hace 4 años que no la veo.

—Sarah ¿cómo estás tanto tiempo? —me pongo de pie para saludarla pero me da un abrazo demasiado apretado, estoy todo sudado y no parece importarle.

—Yo todo bien, ¿cómo estás Et?

—Bien, recién llegado de España —me alejo un poco de la mesa pero mis amigos no le sacan los ojos del culo, ella está a espaldas de la mesa.

—¿Te casaste al final?

—No —respondo algo incómodo —, me separé de Julieta y me fui.

—Eso creí yo, pero los chicos de la universidad decían que te habías casado, es que desapareciste muy rápido.

—Sí tuve problemas graves y me fui.

—Bueno, me alegra que estés bien —susurra y pone esa cara de zorra cuando acaricia mi brazo.

—Yo también me alegra verte, ¿y tú, qué es de tu vida?

Sonríe nerviosa.

—Estoy en pareja, bueno, hasta dentro de poco —ríe—, tuve un hijo, y trabajando mucho como siempre.

—Qué bueno, estamos grandes ya —bromeo—, al menos alguien tiene que sentar cabeza.

Ella ríe.

—¿Viniste a jugar al fútbol?

—Sí, ¿y tú? —consulto, ya que es el bar de la cancha.

—Juego al pádel.

—Qué bien —comento y paseo mi vista no sabiemdo qué más comentar.

—¿Cuándo salimos a beber algo y recordar viejos tiempos?

Perpetuo Caos #4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora