No era lo que hubiese querido, porque no estaba en mis planes, pero heme aquí, firmando un contrato con el diablo que me ate a este lugar del que tanto necesité irme tiempo atrás. Alexis me cedía por completo Connolly&Connolly, dueño, director, o como se le llame, ahora era todo mío. Los problemas de salud de mi padre habían empeorado con el paso de los años, y si bien estaba estable, debía cuidar de su corazón, y lo primero que le recomendaron era abandonar todo, simplemente iba a ser un socio mayoritario y accionista, obviamente no iba a perder su fortuna, simplemente yo iba a hacerme cargo de aquí en adelante, y por supuesto, eso iba a ser mi propia mina de oro, pero así también una responsabilidad que no quería.
En España había encontrado el equilibrio en mi vida, me recibí de ingeniero, tenía un gran puesto de trabajo, y recibía la terapia adecuada que en el país no había. Pero no pude negarme a volver y hacerme responsable de lo que me correspondía, tenía familia, y además, si no era yo, mi padre tendría que contratar a alguien y ceder todo, iban a destruir lo que tanto trabajo le costó conseguir a mi abuelo y a él. Fue de imprevisto y aún estoy luchando con las consecuencias de esta precipitada decisión.
Extrañaba, pero todo en este lugar me sabe amargo, es un rápido pantallazo que me muestra el pasado horrible y doloroso que tuve, me recuerda el monstruo que fui. Me gustaba caminar por las calles y que nadie me conozca, que nadie sepa de dónde vengo, que en el trabajo no haya chisme, que nadie se compadezca de mí, que nadie sepa mi historia. Amaba ser libre.
—Así están las cosas —comento cuando dejo mi taza de café en la mesa y observo por la ventana detrás de Sharon.
—Perdón, Et, yo no estoy capacitada para dirigir todo esto, no quería molestarte —se excusa mi hermana, su cara de frustración es enorme.
—No me molestas, nadie lo hace, simplemente no es lo que tenía planeado.
—¿No pensabas volver? —inquiere, y suena algo dolorida.
—Creo que no.
Mi hermana hace silencio y mira sus manos, se la ve molesta, quizá lastimada por mi respuesta tan sincera. No es por ella, no es por nadie, es por mí.
—Quizá puedas volver a irte dentro de poco.
—Eso espero, si encuentro a alguien que trabaje como me gusta, podría resolver a distancia, o viajar unas cuantas veces al año —pienso en voz alta.
—No pensé que ibas a dejarme sola nunca —se queja.
—No te estoy dejando —aclaro—, Sharon, estoy sintiendo que estás enojada conmigo y no sé por qué.
—No estoy enojada, simplemente me duele que no quieras estar más aquí, yo me siento muy sola.
—Debes tratarlo —recomiendo—, yo traté tanto mi dependencia emocional que ahora no siento dependencia o necesidad de tener a alguien atado a mí. Te juro que me da escalofríos pensar en las cosas que hacía antes.
—No todos tenemos tu misma determinación —se queja y se le ponen los ojos brillantes.
—Perdón, no quiero hacerte sentir mal, todo lo contrario —explico a prisa—, simplemente te lo digo por experiencia, yo fui peor que tú, y la soledad es algo bueno, uno debe aprender a disfrutarla, no tomarla como un castigo.
—¿Así te sientes ahora? —consulta.
—Me siento diferente, soy diferente, Sharon —cuento feliz y emocionado—, me ha cambiado la vida, me siento feliz, óptimo, me siento normal por primera vez.
Me limpio el lagrimal anticipando una lágrima.
—Me acuesto en las noches y duermo, tengo bonitos sueños, no me siento triste, ni solo, no pienso estupideces, lo que siento lo digo, lo que me molesta lo resuelvo, yo, nunca fui así, hasta yo me desconozco a veces —sonrío y ella también.
