Los pies me queman y las piernas me arden, pero aquí estoy, siempre al pie del cañón. Luego de una larga semana de trabajo en la oficina, el viernes es el club, ayudar con la barra es un acto de generosidad con Chris, mi trabajo durante 3 noches, junto a otros instructores y bailarines, es animar el club de salsa. Damos un show y siempre bailamos con los presentes, se ha vuelto tan concurrido y popular, y he despertado un amor tan grande por este lugar, que espero ansiosa toda la semana para que llegue esto aunque esté muy cansada. El lugar está que explota, toda marcha excelente, hace calor, pero aún así la noche se siente hermosa.
Voy verificando que todo esté en orden, trato de cubrir el lugar de Chris a la perfección durante su ausencia. Me cuelgo hablando con las amistades que he hecho en este ámbito, también mis amigos vienen, hoy por ejemplo me acompaña Jesse. Se ha vuelto imprescindible en mi vida, así como lo ha hecho Chris, Josh y Caleb. No sé qué habría hecho de mi vida en estos años si no fuese por ellos y su contención.
—En cinco sales con Chris por el escenario pequeño —me avisa uno de los bailarines y vuelve corriendo.
Me retiro rápido de la barra y corro detrás de los cortinados a cambiarme con la ropa de bailar, esto es como una publicidad de lo que la academia hace, además de ser una atracción para los amantes de los ritmos latinos, y bueno, espectáculo para los degenerados que nunca faltan. Me cambio rápido, me echan brillo de glitter con un spray y corro junto a Chris que me espera delante del telón.
Al abrir y recibir aplausos, salimos al escenario y bajamos por las escalinatas. Caminamos con el sonido de "píntame" de Elvis Crespo entre la multitud de gente que nos saluda y grita, que se preparan para ver el show, con sus tragos en mano y los pies en movimiento. En estos años me fui perfeccionando mucho en salsa y bachata, a tal punto que dejé de ser alumna y quedé como bailarina oficial del club. A veces doy clases, pero con mi vida tan ocupada, se me hace imposible cumplir con todo. Los domingos a la madrugada caigo rendida en la cama y el lunes comienza nuevamente mi rutina.
Con Chris bailamos con tanta naturalidad, nos conocemos tanto que es imposible equivocarnos. Él me hizo descubrir mi talento, mi lado oculto, esto soy yo, cuando bailo aquí y ahora, me siento que soy perfecta en algo, esto es lo único en lo que no he fracasado en mi vida.
—Qué calor de mierda —susurra Chris en mi oído cuando nos acercamos haciendo un sensual paso pegado—, me va a tocar alguna vieja sudada y me muero.
Me río de su comentario, los espectadores deben pensar que me susurra cosas calientes en el oído.
—El otro día me tocó uno que no se había lavado los dientes en años —contesto.
—Qué horror Julieta —se queja y ríe.
La canción termina, y cuando comienza un tema movido, pero lo suficientemente lento para poder bailarlo con los clientes, nos separamos. "Brujería" es la elección del Dj, trato de no mirar mucho al público, simplemente con el que se posiciona delante y quiere, comienzo a bailar.
El primero es un señor que no llega a los 50 años, huele muy bien por suerte, es respetuoso y no me toca de más, baila bien, supongo siempre le ha gustado y por eso fue el primero en sacarme a bailar. Al comienzo, cuando dejaba a Chris en el baile inicial y debía comenzar a bailar, me tomaba muchos segundos elegir uno para bailar, supongo buscaba que fuese de mi agrado, pero no era bueno, se quejaban, así que opté por seguir el consejo de otros bailarines, que es pararse con la mano en el aire sin mirar directamente a alguien, y el que la tome, baila.
Y resultó.
Cuando termina ese tema, sigue otro, y otro, y la paso genial, la gente se ve feliz y entretenida, y después de 10 canciones, donde ya casi no me queda aliento y la canción siempre es lenta a modo de despedida, recibo a mi último voluntario de la noche bajo la melodía de "Cuando acaba el placer". Me toma por la cintura acercándome en demasía a su cuerpo, sujetando mi mano en alto y con la otra en su espalda. Intento seguir una coreografía mental, quiero verme profesional, pero él me va guiando a su modo, cómo siempre hace.