Las últimas palabras que le había dicho a mi papá iban a quedar en mi memoria por el resto de mi vida, la culpa era algo con lo que yo no sabía lidiar, me sentía un asesino, un despiadado que iba haciendo daño por ahí sin medir consecuencias. Y lo peor es que ni siquiera tuve oportunidad de disculparme por todo lo que ha pasado, con una vida llena de recelo y amargura, y ahora que podíamos ser lo que tanto me hizo falta, también lo arruiné.
Cómo siempre un momento de arrebato me costó una de las cosas más preciadas que tenía, que era mi padre, ya soy huérfano y no tengo nada sustancial en mis manos con lo que pueda recordarlo, solo una vida llena de traumas, dolor y lágrimas, otra vez es tarde para mí y para él, y lo que más me carcome la consciencia es que se fue de este mundo con una visión de mí gritándole, insultando y tratándolo como una mierda cuando él fue el único que se preocupó por mí y soportó trato injusto para no ensuciar la memoria de mi madre.
Me lanzo a la pileta aunque el agua esté fría, quedo sumergido bajo el agua hasta lo que aguante, me aturdo y evito pensar, sentir, evito convertirme en eso que tanto odio. Llorar es poco, no me alcanza para quitar el dolor que tengo adentro. Al salir y respirar profundo, con la vista en la copa de los árboles y el techo de mi casa, siento el impulso de gritar, grito tan fuerte que me arde la garganta, rompo en llanto y vuelvo a gritar para no golpear mis nudillos contra el cemento, grito tanto que Catán huye y se esconde.
—¿Por qué? ¿Por qué a mí? ¿Por qué tanto castigo en ésta miserable vida que me tocó vivir? —hablo al cielo cansado.
Al salir tomo asiento en el piso de cemento que rodea la pileta y ahí me quedo enfriando mi cabeza, no sé cuánto tiempo pasa hasta que oigo un auto rodear la casa y aparecer en el costado. Es Sharon, baja del auto a prisa y viene corriendo con las manos en su cabeza.
—¡Et, tienes los labios morados! Te metiste a la piscina, ¿estás loco? Hace frío, te puedes enfermar, estás recién operado de tus pulmones ¡Ethan estoy hablándote! —grite parándose frente a mí.
—¿Qué? —me quejo y la miro a los ojos con la mayor tristeza que haya tenido.
—¿No me oyes? —inquiere molesta.
Se quita su abrigo y lo pone en mi espalda.
—Levántate, vamos adentro, debes darte un baño caliente y meterte a la cama.
—Estoy bien aquí, necesito sentir frío para calmarme...
Ella se arrodilla frente a mí, me sujeta por los hombros y me mira a los ojos.
—¡Ethan, mi padre también acaba de morir, mi madre también murió, yo también sufrí! ¡Ayúdame una maldita vez en la vida! ¡Yo también estoy sufriendo no sólo te pasa a ti!
Cuando rompe a llorar me estiro y la abrazo fuerte. Vuelvo a darme cuenta que Sharon es mi hermana pequeña, que yo siempre creí que cuidaba de ella y es ella quien siempre se encargó de mí. Soy un egoísta narcisista de mierda como dijo Julieta, sólo me preocupo por mí y dejo que los demás se preocupen por mí como dijo Tobías en algún momento, el problema soy yo, el problema es que me creo el ombligo del mundo y soy el culo.
—Perdón, pequeña, perdón —pido y beso su cabeza—, perdón por el hermano que te tocó.
Sharon lo describió a la perfección, no es sólo la muerte de Alexis Connolly, es todo el pasado que nos mata revivirlo. Lo que menos esperaba es que mi padre me abandone un 24 de marzo, va a ser el invierno más frío, crudo y solitario que haya pasado antes. Ni siquiera quiero a Julieta a mí alrededor, no por mí, sino por ella, no se merece ningún acto despiadado más de mi parte.
***
El día del entierro el cielo estaba nublado, a penas y asomaba el sol, había llovido y corría una brisa fresca, más deprimente no podía ser. Estaba parado frente a la parcela, viendo el cajón y todas las coronas de flores, inmóvil, oyendo las prédicas del párroco y el llanto de todos mis parientes y amigos cercanos de mi padre. A Sharon y a mí ya no nos quedaban lágrimas, ya no nos quedaba nada más que culpa. Tomados de la mano nos despedimos de mi padre y me sentí el ser humano más hipócrita, fui el verdugo de mi padre durante toda mi vida y hoy me doy el lujo de llorar por su muerte.
