Querida Julieta:
Recurro nuevamente a una carta, y no porque no pueda decirte las cosas de frente, es porque no quiero, ya no puedo verte a la cara y revivir el momento en donde el corazón se me parte en pedazos. No puedo articular palabras, no verbales al menos, estoy condicionado a sufrir en silencio como lo hice toda mi vida.
Ya no sirve pedir perdón o hablar del pasado, ya todo quedó atrás, lo sé, esto es un cierre, quizá no lo necesitas, pero yo sí. No quiero verte más como mujer, como mi amor imposible, como la pequeña castaña, sólo puedo verte como la madre de mi bebé y nada más, tenías razón con las distancias, debemos aprender a respetarlas, por el bien mental.
Espero entiendas mi rechazo, no soy yo, es mi dolor. Es la culpa que voy a llevar el resto de mis días por dejar ir mi felicidad cuando la tuve al alcance de mi mano todo este tiempo. Pensé que estábamos destinados, pero nuestro hilo se cortó hace mucho.
En muchas oportunidades cuando nos separamos, huimos y nos alejamos el uno del otro, escapando de la manera más fácil, hoy por el contrario, debemos aprender a hacer el duelo con la herida abierta que nunca deja de sangrar.
Te agradezco que a pesar de todo, hayas querido tener a mi bebé, es lo mejor que hice en mi vida, de lo que más orgulloso me siento, y lo que más esperanzas me da. Voy a ser el mejor padre que pueda, cuidaré y amaré con mi vida. Prometo no fallarle y haré que te sientas orgullosa de compartir esto conmigo. No hay mujer que ocupe tu lugar, ni hoy, ni nunca.
Pd: Me disculpo con la pequeña July de 12 años que quería casarse conmigo y tener a mis hijos, hice todo a medias.
Con amor, Ethan.