Capítulo №18

336 50 14
                                    

Cansada era poco, estaba exhausta, había días en los que casi no trabajaba, y después había de estos como hoy, donde tengo que hacer cosas que ni me corresponden. Mi jefe me castigó con muchísimo trabajo, casi que el bono que me dió por las fiestas perdió valor. Estuve desde las seis de la mañana resolviendo cosas personales suyas, luego hice bastante trabajo en su oficina junto a su secretaria, gimnasio y más trabajo, son las seis de la tarde y estoy que me muero, pero al fin soy libre y tengo mis merecidas vacaciones.

Mis pies arden en los altos tacones, y las pantorrillas me queman. Me paseo por el centro en busca de alguna prenda nueva de color blanco para ponerme en fin de año, lo voy a pasar en la playa con papá y siempre nos vestimos de ese color. Y aunque aún considero si ir o no ir a la fiesta de fin de año de Connolly& Connolly, no dejo de pensar en qué podría ponerme. Ethan mencionó en un WhatsApp que estuvimos intercambiando en estos días, que irá vestido de roquero, todo de jean y cuero, al estilo Danny Zuko, pero yo no sé si podría vestirme de Sandy. Su idea parte de sentirse cómodo y no ridículo, porque en su adolescencia se vestía prácticamente así, esa fue toda nuestra charla.

No hemos tocado ningún otro tema, ni de lo que pasó en la noche del 24, o de lo que pasó en su oficina. Salteamos todo, y supongo porque quiere hablarlo en persona. Estoy muy reacia a todo esto, siento que me traiciono a mí misma, pero es que no puedo evitarlo, me atrae más que la gravedad, y es muy triste sentir que haces lo que sientes pero que está mal. Estoy teniendo un problema de doble moral.

Encuentro la prenda blanca, unos shorts de una tela suave, a la cintura, y una solera de lino brillante, lo voy a combinar con un cinto color suela y unas sandalias bajas del mismo color. Nada muy pretencioso. Y por más que buscaba, no encontraba nada que ponerme para la despedida de año, así que pensé en Sandy, y sí bien no iba a ponerme una peluca rubia de rizos, tenía muchas opciones en casa para el atuendo. Zapatos negros, tengo, calza negra brillante, tengo, una remera con hombros descubiertos, también, chaqueta de cuero, también. Me maquíllaré, pondré un cigarro en la boca, e iré con el pelo recogido. Nunca nada me pareció tan sencillo como esto.

Tengo muchas cosas que hacer para este día, o lo que queda de él, y eso lo hace aún más largo. Conduje unos treinta minutos por la autopista hasta llegar a la casa de mi mamá con quién iba a merendar ya que en unos días me voy a la Costa y no estaré ni en fin de año, ni en la primer semana de enero. Es una visita informal, a veces le da por comportarse como una madre y ya me acostumbré a recibir ese cariño a cuentagotas. Bajo mi cartera y la bolsa con masas que compré en la confitería, y camino por la acera de la casa. Por más que lo caminé infinidad de veces, vuelvo a sentirme en mi adolescencia, la etapa que más me marcó la casa.

Debo admitir que cuando estamos solas mi mamá se comporta mucho mejor que en público, quizá cuando hay familiares que saben la verdad sobre mi origen debe mantener una fachada de frialdad para no quedar como la mamá por accidente. Pero aquí y ahora, mientras me escucha atenta las cosas que tengo para decirle y viceversa. El rato se pasa de una manera muy agradable, hasta que escucho un golpe en la puerta, y mi mamá se levanta dispuesta a abrir.

—¿A quién esperas? —consulto ya que de ser Bryan tendría llave, es alguien que no vive aquí y temo sea Brenda.

—Es Josh, le dije que venga ya que venías —dice con naturalidad

Una naturalidad que hasta hace unos días me parecía normal, es lo más normal del mundo que sí viene uno, el otro también. Éramos hermanos y amigos, era más familia que mi propia familia, lo consideraba un igual a Tobías. Joshua. Ni siquiera puedo mirarlo a la cara por la vergüenza, no le contesté los mensajes y tampoco quería verlo hasta no estar con la cabeza más fría, tanto él como yo.

—Hola —saluda cabizbajo al pasar a la cocina detrás de mí mamá.

—Hola, Josh —saludo amable manteniendo las apariencias.

Perpetuo Caos #4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora