Decidí seguir el consejo de Ethan y después de muchos meses, volví a pedir una cita con mi terapeuta, si bien era una de las personas en las que más confiaba, me sentía un poco tonta y vencida, durante años me llené la boca de mentiras y lo mas peor de todo, era que me habia mentido a mí misma diciendo que había superado a Et, lo más estúpido fue cuando al primer beso que nos dimos, no pude regresar a dar la cara con la doctora.
—¡Julieta, cuánto tiempo! —saluda con alegría al abrir la puerta y verme parada ahí, con los hombros caídos y la tristeza gobernando mi rostro—, qué sorpresa —dice al ver mi vientre abultado.
—Hola —saludo y toco mi vientre—, sí, fue una sorpresa no tan sorpresa.
—Pasa, ponte cómoda —pide e ingreso.
Estar aquí con ella me trae paz porque sé que su ayuda me hace bien, pero también me genera tristeza, mirar estas paredes, el olor del consultorio, todo aquí me recuerda a los 3 años que padecí sola, sin Ethan, castigándome, sufriendo como una perra por él, preocupada porque se haga daño, pensando que me extrañaba, esperando que regresara pronto, pero no, fue todo lo contrario.
Apoyo mi cabeza en el respaldo del sillón y observo a la doctora al otro lado del escritorio, ella me sonríe de una manera cálida y amable, dándome confianza una vez más.
—¿Cómo has estado?
—Sufriendo —confieso—. No volví a terapia porque sabía que lo que estaba haciendo era malo, era como ir a doble A y consumir alcohol a la salida.
—¿A qué te refieres?
—Cuando Ethan volvió, hice lo que pude para alejarlo, créeme que me resistí hasta el último momento, y cuando por fin cedí, me llenó de promesas falsas y me regaló esto —señalo a mi vientre sonriendo.
—¿De cuánto estás?
—Seis meses, es una niña, se llamará Constanza.
—Ante todo, felicitaciones, tu sueño siempre fue ser mamá.
—Estuve a punto de interrumpir el embarazo —cuento abruptamente y comienzo a llorar con angustia—, me mata la culpa...
Paso cerca de una hora contándole todo, absolutamente todo con lujo de detalle, desde el principio a fin, hasta el día de hoy, y me sentí completamente desahogada.
—Lo que sientes es completamente normal, es incertidumbre por la vida en camino y la inestabilidad que tienes ahora mismo. Tienes que saber que las dudas son normales, que no somos perfectos y no siempre reaccionamos como debemos.
—Se me hace muy difícil lidiar con Et, es muy complicado tratarlo bien, pero con distancia, sobre todo cuando él se muestra tan tierno y dedicado, parece una broma que sea así ahora.
—Él tardó lo necesario en madurar, July, la cuestión aquí es qué quieres hacer tú, ¿qué sientes, qué pretendes?
—Pretendo disfrutar de mi embarazo, de mi tranquilidad, Et es un gigante para mí, es demasiado...
—¿Crees que él tiene el problema? —consulta atenta.
—Ahora mismo no, creo que él tiene sus cosas en orden, o lo mejor que puede al menos.
—¿Dirías que tienes dudas?
Tardo en pensar, en formular la respuesta, no para ella, sino para lograr responderme a mí misma el por qué de mi alejamiento hacia Et. Trato de normalizar la respiración para no ahogarme e hiperventilo para secar los ojos.
—Hacía muchos años que no te veía llorar —comenta sorprendida.
—Con Ethan siempre lloré, siempre fui así, esto soy en realidad.