Las copas de champagne circulaban por todo el lugar sin detenerse, las personas seguían bebiendo y bailando a pesar de que ya salió el sol. Et termina de saludar a algunas personas conocidas, entre ellas las putas de la oficina que prácticamente se le cuelgan del cuello, Et es así, atrae con sólo verlo, y cuando sonríe, no hay quién se resista, en otro momento de mi vida hubiese ido hasta ahí y les habría arrancado esos pelos rubios oxigenados, pero no tengo nada qué temer, por fin soy segura de mí misma y de lo que valgo, que soy celosa, lo soy, pero sé que él me ama sólo a mí y me lo ha demostrado a través de muchos años, ahora sólo puedo verlo desde un rincón y esperar orgullosa a que termine de saludar a su grupo de fanáticas. Además estoy muy cansada y algo ebria, me matan los pies y la espalda de estar parada en estos zancos durante toda la noche. Seis de la mañana y el sol sale con fuerza, Et se acerca, pasa su brazo por mis hombros y salimos por la puerta principal.
—¿Vamos a mi casa o a la tuya? —pregunta Et.
—Voy a mi departamento, tengo los bolsos armados pero debo dormir, a las 12 salgo para la Costa —explico.
—Pero ¿puedo ir a dormir contigo o prefieres que vaya para mi casa? —quería ir a dormir sola, o ese era mi plan, pero me mira con esa carita de perrito regañado que me redobla.
—Ven conmigo —pido sonriente pero agitada, me duermo, él se ve un poco más lúcido que yo—, después de todo no te veré en 15 días...
—Yo conduzco tu auto —avisa cuando entramos al estacionamiento.
—¿Y el tuyo?
—Mas tarde me tomo un taxi y lo busco, estamos cerca, estás cansada y borracha para manejar.
No dije nada más y le entregué la llave, tomé asiento y me relajé de tal manera que parecía derretida. Solo diez minutos para llegar a casa, pero me dormí en el camino, al llegar fuimos apoyados uno en el otro y me metí rápido a la ducha. Necesitaba sacarme el sudor de la noche y el calor, el maquillaje, la tirantes del pelo, y mi cuerpo agradeció tanto el agua caliente... Salí como Dios me trajo al mundo, no siquiera me puse ropa interior, y caminé a la cama a echarme a morir.
—July, me haces daño al aparecerte así —susurra en mi oído y besa mi cuello—, no sabes las ganas de cogerte que me dan... —acaricia mis nalgas y sube por mi espalda, pero más que calentarme, me relaja.
—Mucho sueño —farfullo.
Escucho una pequeña risa ronca de Et en mi oído.
—Voy a ducharme, también voy a acostarme desnudo eh...
Sólo pude sonreír, me tapé con la sábana por lo fresco del lugar gracias al aire acondicionado y me dormí. Por lapsos en los que me daba vuelta y tocaba, me encontraba con su cuerpo y me aferraba a él, abrazarlo por la espalda y sentir el aroma de su cuello lo es todo. En alguna que otra oportunidad también toqué su desnudez pero Ethan estaba tan cansado como yo. No necesitaba sexo, tenerlo durmiendo conmigo y siendo mío, era suficiente. Las sábanas estaban deliciosas, el aire, la oscuridad de mi habitación, su cuerpo, todo era perfecto y entre sueños lo disfrutaba.
Abro los ojos algo sorprendida, me siento muy descansada, tomo asiento en la cama y miro el reloj de mi mesa de noche, pego un pequeño grito cuando son las dos de la tarde. Siendo que debía salir de casa a las 12.
—Et, Et —llamo mientras me levanto y busco la ropa, que gracias a Dios, dejé preparada la noche anterior.
Et no se mueve, duerme boca abajo y tiene la cabeza escondida bajo las almohadas. Me da pena despertarlo, pero no puede quedar durmiendo desnudo, Marian más tarde pasará a visitar a los gatos. Y necesito que todo quede cerrado como corresponde antes de irme.