Cerré mis ojos y quería darme una cachetada por estúpida, cuando me alejo la cara de perro lastimero de Et me enoja más que mi actitud de tonta.
—No sé por qué, pero tu beso me sabe a despedida para siempre —suelta.
—Nosotros ya nos hemos despedido muchas veces, esto no tendría que haber pasado —me quejo y giro para salir de la habitación.
—¿Y por qué me besas ahora? —inquiere molesto.
—Te pido disculpas por eso, me dejé llevar por los recuerdos —confieso dando una mirada a la habitación—, y reafirmo mi petición que te hice la última vez de poner límites, distancia, de tener cada uno su lugar para que estas cosas no pasen.
—¡Pero tú acabas de besarme a mí, Julieta!
—Sí, porque me confundo rápido, yo no sé tener relaciones a medias, nunca pude, y me traes todos estos regalos, te portas como un novio, haces cosas que no tienes que hacer... —reniego.
—Solo quise tener un buen gesto, July, deseaba que la pases bien, agasajarte como se supone que un cumpleaños es... —el desespero en su rostro me lastima así que evito mirarlo a la cara y me concentro en cualquier otro lugar.
—Y te lo agradezco, de verdad que sí —confieso mirando cada detalle que tuvo conmigo—, pero no pasemos la raya, por favor, porque me hace mal, así nunca dejaremos todo atrás —ruego—, vamos a la sala, Et —pido y abro la puerta.
Al salir en el pasillo me cruzo con Tobías quien tiene una ceja elevada, y frunzo mis labios en señal de desagrado por su comportamiento de estar siempre controlándome.
—¿Me buscabas?
—Sí, no quería interrumpir —responde sobrando.
—Seguro que no.
—Ya sabes, July que a mí no me gusta entrometerme en nada —dice y tengo que reírme en su cara—. ¿Están volviendo?
—No, sólo hablábamos.
—Mejor así entonces —dice aliviado mientras bajamos por la escalera.
Al bajar me encuentro con todo este gentío al cual no invité y se supone que debo verme agradecida. Si bien es algo que a mí me hubiera encantado en otro momento, hoy precisaba que estuviésemos los más importantes para darle la noticia a todos de una vez y con Et presente. Terminé de saludar a algunas personas que no había visto y recibí el abrazo de mi amigo Phil con quien estaba disgustada por delatarme con Et del embarazo. Hoy se lo agradezco, no habría podido cargar con la culpa de perder a este bebé a propósito. Josh me mira a la distancia con vergüenza en su rostro, sé que quiere volver a ser amigos, que deje todo atrás, pero me es imposible, siento que me ha mentido y defraudado, ya no soporto la mentira, no soporto que alguien me lastime consciente o intencionalmente.
Ethan aparece en la sala, tiene el rostro pálido y la mirada perdida, quizá no debí decirle todo eso, tampoco debí besarlo, pero no me lo pone fácil, me angustia mucho esta situación, y lo único que espero es que cuando nazca el bebé, sepamos mantener el trato cordial, y espero yo poder verlo y no seguir deseándolo como hice toda mi vida.
Voy a la cocina para saber qué es lo que hay que servir pero me insisten en qué vaya a la mesa y disfrute como todos, tomo asiento casi en la punta, donde están los muchachos, entre ellos Et, y junto a mí se encuentra Caleb, quien siempre me da ese abrazo protector lleno de afecto.
—¿Te gusta la sorpresa? —pregunta casi en mi oído.
—Sí, mucho. No esperaba que haya tanta gente, todos mis parientes e incluso los compañeros de trabajo.