Capitulo 26 - Capitana Hardrock

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Mansión Agreste.

—Volveré en un rato, Nathalie. —Murmura Adrian, abrazando a la mujer que había aprendido a querer como si se tratara de su propia

—En realidad... —Nathali se separa un poco del chico sin romper el abrazo, solo lo suficiente para mirarlo a los ojos—. Tu padre está esperando por ti ahora mismo.

—¿Espera por mi?

—Quiere que interpretes una pieza para él, caso contrario me ha pedido revocar el permiso que ya te había dado.

Adrian no está seguro de querer enfrentar a su padre en este momento, sabe que se equivocó y dijo e hizo cosas de las que no se siente orgulloso, pero no considera que haya actuado en contra de sí mismo.

—Adrian...

—Está bien. Le debo una disculpa. —Adrian rasca la parte trasera de su nunca, se revuelve el cabello al sentir que sus nervios no se disipan, finalmente recuerda que Nathalie está frente a él. Tiene una idea—. Nathalie.

—Dime.

—¿Podrías acompañarme?

La mujer le sonríe tenuemente. —Por supuesto.

[...]

Adrian entra a su recamara sintiendo que está invadiendo un espacio que no le corresponde, la presencia de su padre adentro cambia todo el concepto que tiene sobre su propia pieza, y ocurre que Gabriel Agreste se adueña del sitio en el que se encuentre, su presencia impone, no puede pasar desapercibido.

No nació para someterse ante nadie, ni el tiempo, ni el espacio. Emilie, su madre, fue la única que pudo adueñarse de la existencia y razón de ser de su padre, según le cuenta Nathalie, sin ella aquí, el alma subyugada vuelve descontrolada, buscando al único ángel que sometió a sus demonios.

—Padre yo...

—Toca.

—Por supuesto

Adrian se acomoda en el taburete frente al piano y empieza a tocar, pero no importa cuantas piezas interpretara, ninguna era suficiente para satisfacer a su padre.

Adrian está seguro de que va tarde pero no puede escaparse, se resigna a seguir moviendo las manos sobre el piano, robándole sonidos a las teclas y formando con ellos canciones. Se distrae, presiona una tecla que no debió presionar, la interpretación se arruina, busca disimularlo, pero es demasiado tarde porque su padre se dio cuenta.

—Fue suficiente ¿Seguro de que sigues practicando, Adrian?

—Solo hago los mismos ejercicios una y otra vez. Creo que vería más progreso si pudiera tocar junto a otros músicos.

—¿Tus lecciones con el joven Jekylland no son suficientes?

—No estoy seguro de que me haya aceptado como su aprendiz, no doy la talla. Licht ama el piano como no lo hago yo, la sesión del viernes fue instructiva, pero necesito esperar hasta el lunes para tener una verdadera respuesta.

—Si no das la talla es porque aún necesitas practicar. El talento no es algo con lo que uno nace, lo sabes. La habilidad la forjas con el tiempo y la dedicación. Volveré en unas horas, práctica mientras tanto, tocaras esa última pieza para mi una vez más.

Adrian se sorprendió con la declaración—. Pero, padre, prometiste que podría ir al concierto con mis amigos.

—No después de como tocaste recién. Debes concentrarte, Adrian. Solo estás tú en el escenario, no hay nadie acompañándote.

De Heroes y ContratosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora