Capitulo 20

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Khristeen

Volver a casa fue como despertar de un sueño, un sueño del que me alegraba estar lejos. No volví a llorar ni a mencionar a mi Nonno, pero durante las siguientes semanas me resultó muy complicado concentrarme en cualquier cosa. A menudo me encontraba mirando fijamente un punto en el espacio, perdida en mis pensamientos, y luego, después de unos minutos, volvía a la realidad.

Fue como si una parte de mí todavía estuviera en la mansión de Nonno, sin poder creer que él se había ido. Sabía que tenía que seguir adelante, que la vida tenía que continuar, pero una parte de mí se resistía a aceptar la realidad.

Con el tiempo, sin embargo, las cosas empezaron a mejorar. Cada día era un poco más fácil que el anterior, y aunque siempre lo extrañaría, sabía que Nonno querría que fuera feliz.

En cuanto a mi relación con Alexander, las cosas se volvieron un poco complicadas. Su comportamiento distante me preocupaba, pero no sabía cómo abordar el tema sin parecer que le estaba presionando. Así que decidí darle espacio, esperando que con el tiempo pudiera abrirse y hablar de lo que le estaba pasando.

Le pedí que no dijera nada sobre lo que me reveló mi abuela. No quería que nadie más lo supiera. Después de todo, seguiré siendo la hija de Camilo y Lorenza Ferrera.

Pero a medida que pasaban las semanas, comencé a darme cuenta de que algo no iba bien. Alexander se volvía cada vez más evasivo y pasaba menos tiempo en casa. Empecé a preguntarme si había algo más que no me estaba diciendo.

Anabella ha estado con nosotros desde que volvimos, vino para hacerme compañía y asegurarse de que no me sintiera sola. Ella y Alice han sido la mejor compañía durante este tiempo. Las tres nos inscribimos en clases de patinaje, y aunque ellas todavía están aprendiendo a ponerse los patines sin caerse, están progresando poco a poco.

Descendí las escaleras hasta llegar a la cocina. Allí me preparé un delicioso omelette y una taza de té con leche. Me senté en uno de los taburetes de la barra, disfrutando de mi desayuno.

Unos minutos más tarde, Alice entró en la cocina y se sentó a mi lado.

—Hola, cariño —la saludé, tomando un bocado de mi omelette.

Alice frunció el ceño, pareciendo inquieta.

—Hola, Teenie —respondió, su voz ligeramente tensa.

—¿Qué pasa? —inquirí, buscando entender qué la estaba perturbando.

—Nada, solo estoy un poco distraída —contestó, evitando mi mirada.
 
Alice permaneció en silencio por un momento.

—Teenie... yo... —comenzó a decir, su voz titubeante.

—¿Qué sucede, cariño?

—Cuando fui a París... eh... estuve con un chico —confesó, bajando la mirada hacia sus manos.

Me quedé mirando a Alice, sorprendida por su confesión. Siempre la había visto como la niña más protegida, y era difícil imaginar que hubiera tenido un encuentro con un chico sin que Alexander se enterara.

—¿En serio? ¿Y qué pasa con él?

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Es mucho mayor y... yo... no sé cómo decirlo —comenzó a explicar, pero se detuvo, incapaz de continuar.

—Ven aquí —la abracé fuerte a Alice, y permanecimos un buen rato entrelazados en ese abrazo reconfortante.

—Él solo me utilizó... y luego me enojé y quise acostarme con otro chico —dice entre sollozos.

Fear to love [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora