Khristeen
Desde niña, aprendí a leer las señales. No solo veía lo que estaba frente a mí, sino lo que se escondía detrás de cada sonrisa demasiado perfecta, cada palabra medida al milímetro, cada gesto cuidadosamente calculado. Crecer en este mundo me enseñó a confiar en mis instintos, a reconocer el peligro antes de que fuera real.
Pero también aprendí otra lección: cuando dejas que otros piensen por ti, terminas perdiendo el control. Me rodeé de guardaespaldas, de hombres entrenados para anticipar las amenazas antes de que yo siquiera las notara. Durante mucho tiempo, eso me sirvió. Era más fácil seguir el guion, sonreír en los eventos y no hacer preguntas.
Hasta esta noche.
Era mi cumpleaños, y como siempre, la puesta en escena era impecable. Globos turquesa flotaban como joyas suspendidas, las luces danzaban por las paredes y el sonido de las conversaciones llenaba el aire como un zumbido constante. Camareros con guantes blancos se deslizaban entre los invitados con bandejas de champán y canapés. Todo perfecto. Todo exactamente como debía ser.
Y, aun así, algo no encajaba.
Deslicé la mirada entre la multitud: hombres trajeados con sonrisas afiladas, mujeres con vestidos que parecían una segunda piel, todos jugando su papel en este teatro de poder y apariencias. Había aprendido a ver más allá de lo que mostraban, a notar los detalles que otros pasaban por alto.
Entonces la vi.
Anabella.
Vestido verde esmeralda, tela que fluía como si la acariciara el aire. El cabello rojo cayendo en ondas suaves sobre sus hombros. No hacía falta que intentara destacar; lo hacía sin esfuerzo.
Sin darme cuenta, sonreí. Mis pasos se adelantaron antes de que mi mente pudiera detenerlos.
Bella me vio y su expresión cambió. En medio de tantas sonrisas falsas, la suya era real.
—Pensé que me harías esperar toda la noche —dijo, con una pequeña sonrisa.
—Jamás haría algo así —murmuré con fingida inocencia—. Pero si te aburres, siempre podemos inventar una emergencia y desaparecer.
Bella soltó una risa baja, aunque seguía girando su anillo entre los dedos.
—Tentador… pero mamá nos mataría si nos escapamos en plena fiesta.
—Pequeño detalle.
Sonrió, aunque su expresión tenía un tinte de cansancio.
—Te extrañé, Kris.
Anabella y yo habíamos crecido juntas. Nuestras vidas se entrelazaron en circunstancias que nos obligaron a ser más fuertes de lo que cualquier niña debería ser. Desde los seis años, compartimos un internado, una familia rota y un destino escrito por otros.
—Nos vimos hace dos horas —repliqué con una media sonrisa.
—Pareció más.
Mi mirada recorrió la sala. La fiesta estaba llena, la música era agradable, las risas fluían… pero había algo en el aire que me tensaba.
—¿Viste a mis abuelos?
Bella hizo una pausa antes de responder.
—Hace un rato. Estaban con Manuelle y Francesco.
Un escalofrío me recorrió la espalda.
—¿Manuelle? ¿Francesco? —repetí, bajando la voz.
Bella asintió con lentitud.

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Fear to love [+18]
AcakLa sangre guarda secretos. Fluye por dentro como un eco lejano, trayendo consigo los legados de los ancestros. En Sicilia, donde cada rincón murmura sobre infamia y dominio, la sangre persiste. Cambia de dueño, eso sí. Khristeen Ferrera lo supo mu...