Capitulo 6

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Alexander

Con las copas de champán en las manos, Khristeen y yo avanzamos entre los invitados. Las miradas nos seguían. Algunas curiosas, otras cargadas de juicio. Todas molestas.

Llegamos a la mesa que habían preparado para nosotros. El lugar parecía sacado de una postal romántica: flores blancas, velas suaves, todo perfectamente calculado para dar una falsa sensación de calma. Como si ese escenario pudiera disfrazar la mierda que realmente era esta noche.

Qué jodida farsa.

Khristeen se sentó a mi lado con la espalda recta y el rostro sereno. Para cualquiera, parecía imperturbable. Pero yo la conozco. Veo lo que los demás no ven.

La forma en que aprieta los dedos contra la copa. La tensión en su mandíbula. Esa manera sutil en la que evita mi mirada. No comió casi nada. Jugaba con el tenedor, como si eso bastara para que dejaran de observarla.

No soporta estar aquí. Y, honestamente, yo tampoco.

Solo se relajó cuando se levantó y se alejó hacia donde estaban su abuela y su prima. Supe que necesitaba espacio… o simplemente escapar de mí, al menos por un momento.

Me quedé observándola. Sola, entre ellas, parecía otra persona. Más ligera. Sonrió. Apenas. Pero fue suficiente para que se me clavara en el pecho.
No le dura. Lo sé. Nada en este mundo la deja en paz por mucho tiempo.

—Tu esposa es hermosa —dijo una voz a mi lado. Grave. Invasiva.

Maxim.

Lo miré de reojo. Seguía la figura de Khristeen con una calma que me crispó los nervios. En sus ojos brillaba algo más que admiración. Era deseo. Puro. Encubierto. Sutil.

Pero yo lo vi. Porque soy igual.

—No la mires así —solté. Bajo. Frío.

Maxim giró hacia mí y sonrió. Esa maldita sonrisa suya. Tranquila. Desafiante.

—Solo estoy apreciando lo que tienes. Nada más.

Lo que tengo.

Apreté la copa, y escuché el cristal crujir. No llegó a romperse, pero el filo de mi autocontrol sí.

No es un objeto. No es algo que se tiene.

Pero tampoco voy a mentirme: es mía.

Mía, aunque a veces me mire como si me odiara.
Mía, aunque huya cada vez que puede.
Mía, aunque no lo diga.

—¿Sabes qué pasa cuando otros miran lo que me pertenece? —le pregunté sin apartar la vista de Khristeen. Mi voz era tranquila, casi amable. Un susurro afilado.

Maxim soltó una risa baja.

—¿Les rompes la cara?

—Eso sería demasiado simple.

Dejó de sonreír, por un segundo. Bien.

Antes de que pudiera decir algo, Anthony apareció con su eterna sonrisa de cabrón, copa en mano.

—Mi hermano va a disfrutar follándosela —dijo, con esa voz empapada de burla que me hervía la sangre.

—No vuelvas a hablar de ella así —escupí. Frío. Letal.

—¿Desde cuándo te pones sentimental? —siguió, riéndose entre dientes—. ¿Qué tiene esa chica que no tengan las otras?

—Ella tiene nombre —dije, acercándome—. Y no es asunto tuyo.

Andrey soltó una risa baja, apenas un soplido. Bastó para sacarme de quicio.

—¿Te hace gracia? —le solté, clavando la mirada en él.

Fear to love [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora