Capitulo 21

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Khristeen

Lionetta se acercó con la comida. Mientras la servían, su aroma flotaba en el aire. Era pasta de trigo integral con salsa de tomate y verduras salteadas, mis favoritas.

Sin embargo, esa vez algo no estaba bien. A medida que el olor llegaba a mi nariz, noté que algo no estaba bien. La comida olía mal, como si estuviera descompuesta o en mal estado. Arrugué la nariz y sentí cómo la saliva se acumulaba en mi boca. La temperatura de mi cuerpo comenzó a aumentar, empeorando mis náuseas. Era como si un sofoco repentino me invadiera, provocando una sensación mareante.

No lograba entender qué estaba pasando conmigo. No estaba enferma, pero ese malestar persistente no me dejaba tranquila. Y, aunque no quería admitirlo, una pequeña sospecha rondaba mi mente…

—¿Qué te pasa? —preguntó Alexander, notando mi incomodidad.

Mi garganta se tensó, pero logré forzar una sonrisa mientras miraba a Alexander. No podía decirle lo que estaba pensando. No aún.

—Nada, no es nada —respondí, aunque sabía que la mentira estaba ahí, flotando en el aire entre nosotros.

Me levanté bruscamente de la silla y me dirigí rápidamente hacia el baño, con el mundo girando a mi alrededor y las náuseas empeorando con cada paso. Me apreté el estómago, tratando de controlar las sensaciones incómodas. No tenía ni idea de cuándo ni cómo Alexander llegó a mi lado, pero de repente sentí su mano agarrando firmemente mi brazo.

—Khristeen, ¿qué sucede? —preguntó con preocupación.

—Voy a vomitar —murmuré, con la voz temblorosa, mientras corría hacia el baño más cercano. Justo a tiempo, me arrodillé frente al inodoro y unas violentas arcadas sacudieron mi cuerpo, vaciando todo lo que había comido ese día.

Mientras los sonidos repugnantes salían de mi boca, sentí unas manos fuertes acariciando mi espalda en círculos reconfortantes. La voz de Andrey se hizo presente desde detrás de mí justo cuando otra ronda de jadeos violentos sacudió mi cuerpo.

—¿Qué le pasa? —preguntó Andrey, claramente alarmado.

—Necesitas ver a un médico —respondió Alexander con total calma, agachándose a mi lado y sin dejar de acariciarme la espalda. Parecía normal para él estar arrodillado en el suelo de baldosas junto a una mujer que vomitaba sin parar. Mientras yo me encontraba apoyada en el retrete, limpié mi boca con el dorso de la mano.

—No necesito un médico —murmuré, la sospecha resonando en mi pecho—. Simplemente comí algo en mal estado, eso es todo.

Después de comer las hamburguesas vegetarianas y el postre de chocolate anoche, era lógico que me sintiera mal.

—No has comido casi nada hoy —señaló Alexander, observándome de una manera que me hizo sentir ansiedad.

Hace unos días había perdido el apetito, pero ayer de repente tuve un gran aumento y hoy nuevamente no tenía ganas de comer. Había reducido todas mis porciones de comida, pero no lo hacía a propósito, simplemente no podía comer más.

Ignoré su mirada y me puse de pie tambaleante, dirigiéndome al lavabo mientras dos pares de ojos me observaban. Me enjuagué la boca y me di la vuelta lentamente.

—Nikolai tiene cita con el pediatra en dos días. Si quieres, puedo llevarla para que vea un médico —dijo Andrey a su hermano.

El bebé ya tenía nombre, y se llamaba Nikolai. Me resultaba curioso, ya que Anabella solía poner ese nombre a sus muñecos cuando éramos niñas, diciendo que si tenía un hijo, le pondría ese nombre. Pero parecía que Andrey se le había adelantado.

Fear to love [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora