12. Ginny en el jardín.

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Los días en Hogwarts pasaron justo como Harry los recordaba, los días pasaban como horas y los minutos como segundos.

A pesar de que este ciclo escolar era el primero en el que Harry no tenía que preocuparse por un ser maligno intentando asesinarlo, las largas horas de estudio debido a todo el trabajo con el cual tenía que ponerse al corriente lo hacían sentir exhausto todas las noches.

Sin embargo, Harry dormía mejor que nunca, de manera pacífica, aún tenía sueños extraños, de vez en cuando las pesadillas aun lo atormentaban y más de una vez Ron había ido a checarlo en su habitación tras escuchar sus quejidos mientras dormía, pero todo se borraba de su mente al momento que veía a sus amigos, se distraía con la tarea y se escribía con L en el pergamino.

A pesar de que Harry se encontraba mejor de como había estado meses atrás, de vez en cuando el sentimentalismo aún lo golpeaba, se preguntaba si estaba haciendo lo correcto, si todo lo que hacía valía la pena.

Su futuro aún se veía algo nublado, confuso y aterrador, pero al menos Harry sabía que había algo más fuera de aquella habitación en Grimmauld Place.

Harry no había tenido más interacciones con Malfoy desde la vez que habían estado cenando en la sala de los menesteres, lo había visto una que otra vez en clases, tomando notas en silencio y devorando libros, el chico parecía estar más dedicado en clases que nunca.

—Te lo juro, creo que pasa casi el mismo tiempo que yo en la biblioteca—había dicho Hermione cuando se lo toparon en el pasillo, cargando un montón de libros que lo cubrían hasta la cabeza, Harry sólo lo reconoció por sus largas piernas y sus zapatos de charol (unos nuevos, claro).

También lo había visto varias veces en el gran comedor, lo cual lo hacía sentir aliviado, Draco ahora comía más que manzanas y se reía con Nott, Pansy y Blaise.

Harry y L se escribían constantemente, el único lugar donde Harry no sacaba el pergamino era en el gran comedor, no necesariamente por los regaños que se ganaba de Hermione cada que hacía eso, sino porque lo ponía nervioso.

Estaba nervioso de que alguien sacara el pergamino y le respondiera, que Harry viera el autor de las palabras que tanto lo reconfortaban y lo hacían sentir seguro.

L en la mente de Harry era esta persona maravillosa que le escribía sin buscar nada a cambio más que su compañía, no tenía idea de que era Harry Potter, que había vencido a Lord Voldemort y que todos esperaban tanto, pero tanto de él.

Era hermoso tener a alguien que no esperara nada de él.

Y aunque poder darle una cara a aquella persona que Harry tanto adoraba lo intrigaba y lo ponía malditamente nervioso, quería seguir manteniendo el anonimato.

A Harry no se le volvió a ocurrir la idea de visitar a Draco en la sala de los menesteres, Draco en clase parecía bastante compuesto, aunque se le veía algo distraído de vez en cuando.

Harry pensaba que como Draco había descubierto que se le podía pedir comida a los elfos fuera de clase de ahí sacaba sus suministros cada vez que no comía en el gran comedor.

No podía evitar preguntarse si el rubio seguía emborrachándose, pero algo lo detenía de investigar al respecto.

Una vez Harry se encontró a Draco en la biblioteca mientras estudiaba para su examen de transformaciones, no sabía si saludarlo, así que sólo le regaló una sonrisa, pero Draco no se la respondió, entonces Harry decidió no volver a hacerlo cuando lo veía entre los pasillos de Hogwarts.

Las cosas parecían ir bastante bien en realidad, a pesar de que estaba ahogado en deberes y exámenes encontraba la manera de hablar con L todos los días, la profesora McGonagall le estaba recomendando que volviera al equipo de quidditch, Harry se lo estaba pensando, se sentía nervioso de no llegarle a la talla al equipo debido a que había pasado mucho tiempo sin entrenar.

The calm before (after) the storm | Drarry |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora