47. Corazones rotos.

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Draco había usado la aparición miles de veces, incluso antes de tomar el examen obligatorio en Hogwarts, su madre le había enseñado cómo hacerlo desde que tenía trece años.

Conocía las sensaciones al utilizar aquél rápido medio de transporte, las náuseas, sentir que girabas a máxima velocidad y por supuesto, la espontanea sorpresa de aparecer en otro lugar en cuestiones de segundos, pero nunca en su vida había odiado tanto los cuatro segundos que le habían tomado llegar a su habitación como lo estaba haciendo en ese momento.

Cuando vio a su mejor amigo sentado en su coma mordiéndose las uñas de los dedos sintió unas tremendas ganas de golpearlo, pero se contuvo.

—Draco—susurró Theo a penas lo vio, su voz salió como cuando un niño rompe el jarrón favorito de su madre.

—¿Cómo pudiste hacerme esto? —escupió, sentía la bilis subiéndole hasta la garganta, no podía creer que Theo lo había traicionado de esa manera—. Arruinaste todo.

—Pensé que él ya lo sabía—replicó con un hilo de voz, claramente arrepentido.

—¡Pues no lo hacía!

—¿Pensabas decírselo algún día? —preguntó Theo con el labio inferior temblándole y apretando la mandíbula.

—Por supuesto que sí, pero tuviste que ir tú y arruinarlo todo—dijo Draco mientras comenzaba a dar vueltas por la habitación, tenía que pensar en una manera de arreglar las cosas, la única forma que se le ocurría era hablar con Harry y contarle la verdad, pero Harry lucía como si no quisiera volverlo a ver nunca más y eso le rompía el corazón.

Tenía mucho miedo, no quería perderlo.

No podía perder al amor de su vida por una completa estupidez.

—Hablaré con él, arreglaré esto—dijo Theo decidido parándose del colchón, Draco se acercó rápidamente tomándolo del cuello de la camisa, impidiéndole que el chico saliera de la habitación.

—Ni se te ocurra, sólo lo arruinarás más—le advirtió.

—Suéltame—respondió Theo arrebatándole las manos de su cuerpo.

Draco se apartó y se tomó el cabello éntrelos dedos, comenzó a estirarlo, no sabía qué hacer, cómo reparar el daño que había ocasionado. Se sentía desesperado.

—Sólo tienes que conversar con él—lo intentó consolar su amigo.

—Me odia.

—No te odia, sólo está confundido y enojado, ya se le pasará.

—No lo entiendes—replicó Draco.

Él más que nadie sabía lo mucho que Harry había valorado el desinterés que había tenido en los pergaminos, la confianza que ambos habían creado, no le sorprendía que Harry reaccionara de esa forma, aunque le ponía triste que no quisiera escucharle.

—Me odia—repitió para ahora sentarse él en el colchón, posó la cara en sus manos y volvió a llorar, la realidad abofeteándole la cara—. Me odia, Theo.

—Harry te ama—dijo Theo sentándose a su lado.

—Lo traicioné, traicioné a la persona que más he amado—dijo en un sollozo.

Su mente ni siquiera podía procesar todo lo que había sucedido, esa mañana habían estado juntos, se habían dicho te amo antes del desayuno y se habían prometido que tendrían una cita.

Lo había arruinado todo, los largos meses que habían pasado conociéndose y enamorándose se habían esfumado en un minuto.

—Si no quiere escucharte, él se lo pierde—dijo Theo.

The calm before (after) the storm | Drarry |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora