53. De tal plata a tal astilla.

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Harry sentía que en cualquier momento su cabeza explotaría, las voces de sus amigos se sentían como taladros perforándole el cráneo, la camisa de mangas cortas que llevaba se le pegaba de manera incómoda en su torso debido a la cantidad estúpida de sudor que desprendía su piel y para el colmo, se sentía un poco expuesto por estar llevando un par de shorts de mezclilla que mostraban sus pálidas y delgadas piernas.

Era un fin de semana caluroso y lo único que Harry quería hacer era estar acostado en su cómoda cama con la ventilación fría del castillo, pero su novio y Theo habían insistido que fueran por un helado a Hogsmeade y por supuesto que Ron escuchó y se les unió al plan, lo cual incluía a Hermione, lo cual incluía a Ginny y así sucesivamente, de esa manera, los diez amigos se encontraban de camino al pueblo.

—¿Y si mejor volvemos al castillo y le decimos a los elfos que nos preparen helado de limón y acabamos con esa tortura de una vez por todas? —sugirió Pansy, la chica parecía igual de estresada que Harry por el ardiente calor que les quemaba la piel.

—Buena idea—respondió Harry de mala gana, pero aprobando la sugerencia.

—No—negó Hermione—. No les pediremos a los elfos que nos preparan algo, pobres, la cocina del castillo debe de estar calientísima, además, tenemos que festejar a Ron por lo del torneo.

—Ron ha recibido cientos de festejos desde que resultó ganador, lo hacen ver como si hubiera encontrado la cura contra una peligrosa enfermedad—se quejó Blaise.

Era cierto, desde que Ron había resultado ganador del torneo de pociones, los amigos tomaban cada oportunidad para festejarlo, Harry pensaba que sólo era una excusa para embriagarse.

—Envidioso—respondió Ron.

—No sean amargados, es un hermoso día—dijo Draco levantando las manos mostrando una amplia sonrisa en su rostro, ninguno de los chicos respondió, pues nadie coincidía, un pájaro cayó desmayado a su lado, probablemente debido a un golpe de calor, Hermione le echó algo de aire de la varita y el pobre animal voló como pudo.

—Siento que se me está quemando la cabeza—habló Ginny arrastrando las palabras, su rostro se encontraba totalmente rojo, su piel tostandose con facilidad.

—Pues yo estoy perfectamente bien—dijo Luna alegremente mientras se colocaba una extraña emulsión que habría creado para bloquear los rayos del sol y refrescarse, nadie había querido aplicársela debido al extraño olor que esta emanaba.

—Vamos por un helado, nos tomamos unas frías cervezas de mantequilla y regresamos al castillo, dejen de quejarse—replicó Theo, en su rostro llevaba unas gafas de sol que Luna había tenido la amabilidad de prestarle.

—No puedo tomarte en serio con esas ridículas cosas en la cara—respondió Draco, Harry le dio un codazo, pues Luna llevaba unas exactamente iguales.

Entre quejas y el desagradable sonido agitado de la respiración de Neville lograron llegar al pueblo, Harry sentía que sus pies se derretirían en cualquier momento por dentro de los zapatos, no recordaba un día tan caluroso desde que había llegado a Hogwarts a los once años.

Sin embargo, todos parecieron mejorar su humor una vez que estuvieron degustando deliciosas cervezas heladas de mantequilla en cabeza de puerco.

—¿Qué harás con el primer cheque que recibas? —preguntó Valerie mientras tomaba una patata fría, Theo le dio un manotazo—. ¿Qué? —preguntó la chica algo enojada por el comportamiento de su novio.

—No puedes ir por el mundo preguntándole a la gente en qué gastará su dinero—la regañó Theo—. Aunque bueno, es una pregunta interesante, ¿qué harás con el?

The calm before (after) the storm | Drarry |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora