26. El armario.

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Hoy era uno de esos días donde Harry se sentía con ganas de hacer absolutamente nada.

Se encontraba tirado en su cama, Hermione, Neville, Ron y Luna esparcidos en la habitación, todo había iniciado cuando Hermione le dijo a Ron que debía tomarse un descanso de los entrenamientos de quidditch.

—¡El partido está a la vuelta de la esquina, Hermione! —había dicho el chico mientras Hermione lo sacaba a rastras del campo, pues había pasado toda la tarde sin comer ni un solo bocado debido al entrenamiento.

Horas después, la discusión se retomó, pero con otro giro, Ron tuvo que apartarle el libro a Hermione, pues llevaba horas pegadas a el sin decir otra cosa que no fueran fórmulas de pociones o cómo iba a reprobar todos los exámenes (cosa que ni ella se creía)

—¡Los exámenes están a la vuelta de la esquina, Ron! —había dicho la chica.

Después de eso, Harry les propuso un día de descanso: sin libros ni escobas.

Estaba fuera de la conversación del resto de sus amigos, los miraba con una sonrisa desde su lugar, no podía creer que todo eso fuera real, que tuviera la oportunidad de pasar un tiempo con ellos sin preocupaciones que no fueran los exámenes o los partidos.

Era casi perfecto, salvo por la razón de que faltaba algo.

Faltaba alguien.

Draco.

Definitivamente algo había cambiado desde la cita que habían tenido en la torre de astronomía, las cosas que se habían dicho, la manera en la que se besaban y sostenían, era lo que Harry siempre había querido aún sin saberlo.

Nunca se había imaginado la posibilidad de tener esa conexión con alguien, ese magnetismo que los empujaba el uno al otro. Era como gravedad.

En parte se sentía nervioso, no sabía si estaban yendo muy rápido, pero a Harry no le importaba mucho, a su corta edad había aprendido que la vida era efímera, tenía que permitir sentir sus sentimientos y dejarse llevar por ellos.

No podía evitar pensar cómo hubieran sido las cosas si todo hubiera sido diferente desde el principio, ¿y si hubiera aceptado la mano del chico desde que tenían 11 años?

Si nunca hubieran comenzado aquella enemistad enferma que habían tenido durante tantos años.

Dios, Harry incluso había provocado que el chico se desangrara por error, sentía la necesidad de reponer el tiempo que habían perdido dando vueltas.

Aún así, pensaba que tal vez las cosas siempre habían tenido que ser así, Harry nunca hubiera soportado el terror de perder a Draco durante la guerra, aquello lo hubiera paralizado.

Le gustaba lo que tenía con el chico, que fueran parte del proceso evolutivo personal que los dos tenían.

Y mientras veía ahí, a Luna tirándose hasta el suelo de la risa, a Hermione sobre el hombro de Ron y a Neville contando cosas extrañas de su abuela, no podía evitar pensar que quería que Draco estuviera ahí, alado de él, rodando sus ojos y haciendo muecas que Harry borraría con besos.

Decidió que hablaría con Draco al respecto después.

—Harry—le habló su mejor amiga una vez que los demás se habían separado por un momento, Harry la miró con atención.

—Bueno—carraspeó—. Neville me dijo que Luna le dijo que Inari le dijo que Ginny le dijo que quería hablar contigo. Harry frunció el ceño al escucharla, a veces olvidaba el pequeño detalle que Ginny era una Wesley.

—¿Qué? —respondió, Hermione apretó los labios antes de contestar.

—Sabes que no lo repetiré—habló la chica.

The calm before (after) the storm | Drarry |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora