II

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Un escalofrío recorrió la espalda de Amelie, lo que hizo que tirara de su cuerpo hacia atrás. Sus ojos se abrieron cuando su espalda no chocó con el cuerpo del rubio, haciendo que se diera la vuelta.

No había rastro de JJ.

Los ojos de Amelie fueron a su alrededor, todos dormían, pero ella ya no podía. Con una bostezo y pesadez se sentó, una pequeña sonrisa salió de sus labios al ver el amanecer tan cerca, con el sonido de las olas.

Llevaban al rededor de un mes en aquella isla. A la castaña le impresionaba la rapidez con la que se había acostumbrado a una vida sin reglas. Sin tener que madrugar, sin tener que trabajar más de diez horas seguidas, sin insultos, pudiendo ver a sus amigos cuando quisiera, estar incluida en el grupo, poder estar con JJ sin interrupciones.

Las manos pasaron por su cara antes de levantarse, sus pies tocaron la arena y sus dedos se hundieron en ella con suavidad por unos segundos antes de comenzar a caminar sin despertar a nadie.

Sus dientes capturaron su labio inferior cuando sus ojos visualizaron la figura del rubio, quien tenia sus ojos centrados en una tela blanca que había encontrado hacia unos días atrás.

Amelie pasó sus ojos por él; no llevaba camiseta y su pelo había crecido bastante, haciendo que el viento de la mañana lo moviera. Sus rodillas estaban hundidas en la arena, su cuerpo arqueado hacia delante y parecía agarrar algo de carbón y rozarlo en la punta de un palo de madera.

—Buenos dias.

El chico alzó sus ojos y una sonrisa surcó de sus labios al verla. Llevaba la misma ropa desde hacia un mes, una bastante ancha, pero el chico cada vez que la miraba, seguía pensando que era la chica más guapa de todas.

El pelo de Amelie había crecido un poco más en aquel corto tiempo, llegando hasta casi la mitad de su trasero, y ahora se movía por el viento mientras ella sonreía con amor. Sus ojos parecían brillar y JJ supo que era una bonita mezcla entre el sueño y los colores del atardecer que le sentaban como un vestido de gala.

—Buenos dias, ángel.

Ella se acercó hacia él, sentándose frente al chico, que sonrió levemente viendo cómo la mirada de Amelie iba al palo manchado de carbón. La chica alzó su mirada hacia él, que ya la miraba.

—Has madrugado mucho, ¿no?— preguntó la castaña, JJ asintió con su cabeza.

—Tu también, por lo que veo...

—Si, tenía frio— se quejó, su nariz se arrugó un poco y el chico soltó una corta risa que hizo sonreír a Amelie—. ¿Qué haces?

—Quiero hacer la bandera de Poguelandia— explicó JJ con tanta seriedad que Amelie soltó una risa que tapó con su mano—. No te rías.

—No lo hago— negó con su cabeza, JJ rodó sus ojos y la chica le dio un golpecito en su hombro desnudo—. No te sienta bien madrugar, ¿eh?

—No mucho.

—Yo creo que he perdido esa capacidad— bromeó Amelie antes de suspirar, sus ojos fueron a las olas que chocaban.

—Ángel— llamó JJ tras unos segundos de mirarla, Amelie le miró—, ¿porque no te pones unos cocos y me posas?

La castaña le miró unos segundos antes de asentir varias veces con su cabeza, haciendo sonreír a JJ, quien frotó las palmas de sus manos, listo para dibujarla.

—Voy.

—Genial— murmuró el rubio cuando Amelie comenzó a subir su camiseta de manera lenta, mirando como la piel de su novia empezaba a verse, hasta que la camiseta, cuando llego al filo de las copas del sujetador, la volvió a cubrir—. ¿Que haces?

ᴀɴɢᴇʟ // ᴊᴊ ᴍᴀʏʙᴀɴᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora