XX

3.8K 290 85
                                    



—Sarah, ¿A que hora llegará el piloto?

—Puede que en una hora— contestó la rubia—. Mi padre dijo que podríamos irnos en cuando llegue.

—Por mucho que quiera irme de mi casa otra vez, no puedo— dijo Pope, Amelie apretó sus labios.

—Pope, es El Dorado— se quejó JJ en un murmuro—. Escápate por la parte de atrás.

—Buen consejo— contestó Kiara con una pequeña sonrisa, Amelie quitó la mirada.

—A mí siempre me funciona— contestó JJ—. Es de manual, si no quieres afrontar un problema, da la vuelta y sal corriendo.

Problema.

Amelie se preguntó cuántas veces JJ había desaparecido. Cuantas la había apartado desde que habían vuelto de la isla. La garganta se le cerró y sus ojos picaron.

—¿Te vas?— preguntó John B cuando la castaña se levantó, comenzando a caminar.

—Si.

—Ames— llamó JJ cuando pasó por su lado, pero Amelie le ignoró, sintiendo su respiración comenzar a temblar.

—¿Donde vas?

La voz de Pope hizo que Amelie mirase a su lado, encontrándose al chico mirándola.

—A despejarme.

—¿Vas a ir, no?— preguntó Cleo a su otro lado, Amelie no contestó y la de ojos marrones miró a Pope, que seguía mirando a la castaña.

Parecía perdida en su cabeza.

—Ames.

La chica no contestó, ignorando a ambos y metiendose entre la maleza, desapareciendo entre ella y bajo la mirada preocupada de sus amigos.

—¿Está bien?

—No lo sé— murmuró Pope, mirando por dónde Amelie había desaparecido—. Vamos.

(...)

"Hola, siento no haber dicho nada ni haber ido a veros, no me sentía preparada para volver a la vida que tenía. Me vuelvo a ir, tengo que hacerlo. Nos veremos prontos, lo siento, os quiero."

La verja chirrió cuando Amelie pasó su mano por ella, empujandola. Su vello se estremeció, pero lo ignoró, caminando por los panteones, entrando en los pasillos de nichos.

Si algo sabia a ciencia cierta, eran los pasos que había del comienzo del pasillo hasta la tumba donde quería llegar.

27 pasos hasta llegar a Alexandre Smit.

Había comenzando a hacerlo cuando era una niña, su mano entre la de Rose, sus pies dando saltos hasta llegar ahí. Antes eran unos 32 pasos.

Amelie sonrio un poco cuando un rayo de sol que se colaba entre los árboles del cementerio apuntó a la tumba de su abuelo. Su sonrisa se ensanchó al ver la frase.

Alexandre Smit (1929–2008)
"Mi tesoro siempre tuvo los ojos verdes."

—Hola, abuelo— saludó Amelie, sentándose en el banco de piedra justo delante del nicho—. Siento no haberte venido a ver, es que he estado...— ladeó su cabeza— liada—. terminó por decir—. Tampoco he ido a ver a Rose.

Amelie bajó los ojos a sus piernas, vio la marca de una herida en su muslo. Había estado clavando sus uñas por el camino.

—Sé que está mal, no hace falta que me digas nada—murmuró con desgana—. Pero es que estoy en un momento en el que necesito que me quieran, y Rose ya no lo hace.

ᴀɴɢᴇʟ // ᴊᴊ ᴍᴀʏʙᴀɴᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora