Capitulo 4.

477 32 16
                                    


Odios los lugares con mucha gente.

Por dos simples razones, 1) es una tortura para mis tímpanos y, 2) sobre pensar es una de las cosas que mejor se me da.

Mire con un fastidio disimulado a las personas que se me quedaban viendo, atónitas.

Era hermosa, eso era innegable, pero no me gusta que las personas se me queden viendo. Eso cambio en cuanto vi el brillo en los ojos color azul y de Arise y Alice que miraban de un lado a otro con emoción.

Resulto, que mi jefe canceló el día de trabajo de todos los empleados por razones desconocidas para el resto. A excepción de mi. Aproveché esto para sacar a Arise y a Alice un rato. Estábamos en la feria.

Los niños reían, jugaban, corrían, gente y parejas de un lado a otro con sus rostros de felicidad y despreocupación.

Era una tortura para mis tímpanos, aunque, una soportable si se trataba de ver a ambas felices.

- ¡Aguni, algodón de azúcar! - dijeron con emoción al unísono ambas niñas mientras señalaban un carrito de algodón de azúcar. Aunque tuvieran una diferencia de edad considerable, ambas actuaban como unas niñas pequeñas. Me hinque en una rodilla para quedar a la altura de ambas.

- Lo que mis princesas deseen.

#

Me tumbe en mi cama, agotada. No era trabajo fácil hacer que una pequeña revoltosa de fuera a dormir y que otra dejará de leer.

Estuve muy distraída estos días con respecto al extraño de pelo negro, la verdad no tenia ni la menor idea de como reaccionar o que sentir. ¿Miedo? ¿preocupación?

No, no había nada, solo hambre.

Me aproxime a mi ventana, estaba a punto de cerrarla cuando algo llamo mi atención.

Aquella melena rubia ceniza, sentado en su cama leyendo.

Sin. Camiseta.

Contemple aquel torso trabajado, boquiabierta, - mentalmente, claro - aquella escena.

Katsuki Bakugo, sin camiseta, un short ajustado que mostrada sus tonificados piernas.

En un momento dado, este se levantó de su cama, cerro el libro y lo dejo en una mesita de noche. En ese momento, mi vista se aproximo a su trasero.

Espera, ¿Que?, No, no, no.

Sentí mis mejillas arder, no sé si de la vergüenza o de la vista.

Probablemente, de ambas.

Solo es atractivo, Aguni, no puedes fiarte de él. Me recordé a mi misma, cerré las cortinas de golpe, suspire con frustración y me dispuse a quitarme la ropa.

Katsuki Bakugo.

Leía tranquilamente uno de mis libros favoritos. Me gustaba analizar con cuidado a los personajes, era como diseccionarlos y ver detrás de ellos.

Era más fácil que hacerlo con personas reales.

En un momento dado, cerré el libro, no sin antes haberle puesto un separador para que no se me pasará por alto la parte por dónde lo deje. Me levanté y dejé aquel libro en mi mesita de noche, solté un suspiro y mire a mi alrededor.

La habitación era cómoda, pero, aún tenía ese tenue olor a guardado presente.

Mi vista se desvío a mi ventana, que daba al frente de la casa vecina.

En eso, algo me llamo la atención.

A través de la luz encendida note una silueta. Está, estaba quitándose la ropa, sus pechos saliendo al aire en cuanto se libraron del sujetador fue algo que me dejó hipnotizado.

Sentí mis mejillas arder.

Aquella silueta se me era conocida, pero lo deje pasar por alto.

Sacudí mi cabeza, apague las luces de mi cuarto y me metí a la cama,.no sin antes haber cerrado la cortina.

Ella...

Aguni Hamada.

Estábamos en el autobús, dirigiéndonos a la U.S.J.

Y yo, por supuesto, estaba con mis audífonos, teléfono, y cara de pocos amigos. Mi tranquilidad se ve interrumpida en cuanto siento que me quitan mis audífonos.

- Tierra llamando a Hamada-san - escuché aquella voz tan alegre que le caracterizaba.

- Loren. - dije.

- ¡Recuerdas mi nombre!.

- Tu apellido - corregí -. Devuélvemelos.

Se puso en dedo índice en el mentón, gesto que decía que lo estaba pensando, con una sonrisa juguetona que me decía que recibiría un puñetazo si no me los devolvía.

- ¿Y que pasa si no te los doy? - pregunto, sin quitar esa sonrisa socarrona.

- Tendrás un lindo y bonito ojo de color morado, ¿Eso quieres?

Se echó a reír.

¿Acaso era un maldito chiste para ella?.

- Ya, calma, tigresa. - me devolvió los audífonos y me dio un golpe juguetón en el hombro. - Deberíamos volver a como éramos antes. - me dijo. Esa opinión me revolvía el estomago y la ira me recorrió ante los recuerdos y su descaro.

- ¿Y como por que yo querría eso? - le pregunté sin tacto alguno.

- Vaya, si que has cambiado, ¿Ah? - exclamó -, Lo digo por qué, te vendría bien una aliada, y tú me vendrías bien como aliada, ¿Qué dices?

Me extendió la mano. La mire, aún con expresión neutral, luego, una ligera curva adorno mis labios y estreche su mano. No tenía claro nada, solo sabía que ella me sería de utilidad.

- Bien. - acepte, aquella chica de cabello negro con puntas pintadas de color rojo vivo sonrió.

Que recuerdos.

Y de un momento a otro, ya estábamos en la U.S.J., la heroína trece nos estaba dando las indicaciones de todo lo que haríamos, el terreno era grande, había distintos lugares con desastres naturales, este, era un entrenamiento de rescate.

Aburrido.

- ¿Qué es eso? - escuché decir a Kirishima.

Me retracto.


- ¡Trece, evacua a los estudiantes! - mami oruga siempre cuidando de sus retoños.

«¿Evacuar?, Pff, tengo la posibilidad de pelear con villanos, ni de coña voy a ir a esconderme como una gallina» pensé, pero sabía que no íbamos a salir de allí tan fácilmente.

Lo confirme en cuanto trataron de sacarnos de allí y, una especie de sombra se interpuso.

- ¿A dónde creen que van? - trece intento usar su singularidad para 'absorberlo', cosa que no sirvió de nada, por qué, aparentemente, era un maldito portal.

- No queremos hacerles daño - dijo, con un tono de ironía -. Solo queremos a la chica. - aquella nada negruzca formó la silueta de una mano con el dedo índice levantado.

Apuntándome a mi.

- ¿Yo? - respondí incrédula. - Sueña, maldita sombra.

- Bueno, ustedes lo pidieron, héroes. - aquella sombra se hizo más... ¿Grande?, Si, cómo cosa cómica de Looney toons esa cosa nos trago, o más bien, teletransportó.

¿Dónde mierda estábamos?

No tuve tiempo de saberlo, ya que, un fuerte golpe fue bien recibido de mi cabeza.

Oscuridad.

Fue lo único que presencié después de eso.

Extrañamente agradable.

«Un Amor Nacido Entre Rivales» Katsuki Bakugo x OC.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora