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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 15


—Me niego a aceptar que Lou va a crecer —dijo Larissa. Estaban las tres en la playa. Anne quiso ir después de hacer las compras y ahora Lou hacía castillos de arena.

—Eso es inevitable, Larissa —respondió. Se había acostado en el regazo de Larissa, con el sombrero de Lou cubriéndole el rostro.

Y aunque al principio se había negado, Larissa la convenció de ponerse un traje de baño. Cada día, ella se aseguraba de que Anne se sintiera hermosa y deseada porque sabía que estaba teniendo problemas para aceptar las nuevas formas y texturas de su cuerpo.

—Sí, pero significa que tendremos que decirle la verdad. Y se pondrá triste, Anne. No soportaré verla tan triste. No quiero ser yo quien le rompa el corazón a mi hija.

Durante todo el día, Larissa no había podido dejar de pensar en su conversación con Lou. La amaba, pero a veces deseaba que no hiciera tantas preguntas. Era una de las cosas que menos le gustaba de ser madre. No era divertido tener que explicar ese tipo de temas.

—Será difícil, sí, pero es necesario —Anne se quitó el sombrero y se incorporó para verla a los ojos—. No podemos ocultarle su historia.

—Es tan solo una bebé —mencionó con nostalgia, sintiendo un pequeño vacío en el pecho. Se permitió un momento para observarla. Todo su pequeño traje de baño estaba cubierto de arena, al igual que sus mejillas. Larissa sonrió al verla aplaudirse a sí misma porque la torre del castillo no se cayó—. Apenas ayer estábamos firmando los papeles. ¿Cómo es que creció tan rápido?

—Ya pasaron tres años, mi amor. Pero siempre será nuestra bebé. Y no te preocupes por ese asunto ahora. Ya llegará el momento para hacerlo.

—¡Mami! —gritó Lou, corriendo en su dirección. Se dejó caer en las piernas de Larissa, con una gran sonrisa en el rostro. A ella ni siquiera le importó que la llenara de arena—. Mi castillo no se cayó, mami.

—Buen trabajo, mi amor —dijo con entusiasmo mientras la abrazaba. Larissa se levantó sin soltar a Lou y caminaron juntas hacia el castillo, tomadas de la mano.

Casi un mes después, el plan de Larissa estaba dando resultado. Quedarse en casa la hacía sentir más tranquila. Anne también se sentía tranquila. Más segura. Y lo mejor de todo era que Lou las tenía a las dos todo el tiempo que quería.

Todas las noches preparaban la cena las tres y después, sacaban la antigua manta de juegos de Lou, la tendían en el piso, la llenaban de cojines, preparaban palomitas y miraban las caricaturas con ella hasta que se quedaba dormida.

—¿Cuándo podré jugar con Claire? —preguntó Lou. Estaba acostada en medio de las dos, tomándose el biberón.

—Muy pronto, mi amor —respondió Anne.

—¿Mañana?

—Un poco más —dijo Larissa. El comentario de Lou la había hecho reír. Y miró a Anne. Pero ella estaba muy concentrada viendo la pantalla. Lou se dio la vuelta hacia su lado y la abrazó.

—¿Claire puede escucharme, mami?

—Sí, florecita —respondió Anne cuando la miró por fin—. ¿Qué le quieres decir?

—Que la amo.

—Mi amor —sonrió, abrazándola también—. ¿Escuchaste, Larissa?

—Por supuesto —se acercó un poco más y las abrazó a las dos. Le dio un beso en los labios a Anne y después uno en la mejilla a Lou—. ¿Y sabes qué? —le preguntó—. Ella también te ama a ti, Lou.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈 [𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈𝐈]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora